Wednesday, August 31, 2016

Injertados en Cristo | Dr. Charles Stanley 8/31/16

El viñador planta y cuida sus vides con el propósito de verlas producir uvas. Dios, como nuestro viñador, nos exhorta a dar fruto espiritual. Él quiere que seamos más como Cristo, caracterizado por el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza (Gá 5.22, 23). Nuestro Padre celestial quiere asegurarse de que los creyentes seamos fructíferos; por esta razón, somos quitados del viejo árbol de la humanidad e injertados en la nueva vid: Jesucristo.

Después de su bautismo, Jesús fue “lleno del Espíritu Santo”, quien lo condujo al paso siguiente (Lc 4.1). La vida y el ministerio de Cristo fueron el resultado del poder del Espíritu Santo en su vida, y cuando decidimos seguirlo, Él envía al Ayudador a habitar en nosotros. En el lenguaje de los viñedos, la savia de la vid fluye a la rama injertada dándole vida y la capacidad de producir la clase de fruto propio de esa planta. La rama y la vid se convierten en una sola vida. La traducción de la Biblia al Día dice: “Vivan  [...] enraizados en Él, y nútranse de Él” (Col 2.7).

Algunas personas huyen de la vida cristiana porque piensan que no pueden vivirla. Y tienen razón, no pueden, pero el Espíritu Santo sí puede. Cuando somos uno con Jesucristo, el Espíritu de Dios vive a través de nosotros. Eso no significa que seamos libres de responsabilidad, ya que el Espíritu puede hacer su obra solo si decidimos sabiamente rendirnos a Él. Cuando seguimos obedientemente al Señor, nuestro gozo y nuestra paz no dependen de las circunstancias; Aquél en quienes estamos enraizados es nuestro gozo y nuestra paz.

Friday, August 26, 2016

Las herramientas de Dios para santificarnos | Dr. Charles Stanley | 8/26/16

La santificación es el proceso que Dios usa para conformar a los creyentes a la imagen de su Hijo. Los escritores de la Biblia utilizaron imágenes que hablan del trabajo de moldeado de Dios en la vida de sus santos. Isaías, por ejemplo, comparó al Señor con un artista alfarero: “Nosotros [somos] barro, y tú el [alfarero] que nos formaste […] obra de tus manos somos” (Isaías 64.8). Algunas de las herramientas que Él utiliza para moldearnos y perfeccionarnos son:

La Biblia. El salmista describe a la Palabra de Dios como “lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino” (Salmo 119.105). El Espíritu Santo ilumina lo que leemos, para que nos arrepintamos de nuestros pecados y crezcamos en nuestra fe.

La iglesia. Como parte del cuerpo de Cristo, aprendemos las cosas de Dios por medio de la enseñanza del pastor y de los maestros que han sido llamados a servir y a enseñar. El Padre celestial también llama a sus hijos a tener comunión unos con otros (He 10.25), en parte para poder utilizarlos en el proceso de santificación de cada uno de ellos.

El sufrimiento. Dios nos ofrece generoso consuelo y ayuda en tiempos de dificultades, pero también usa nuestras circunstancias dolorosas para moldearnos. Cuando nos sometemos a la obra que Él está haciendo, emergemos de nuestras luchas pareciéndonos más a Cristo.

Desde el mismo momento en que una persona deposita su confianza en el Señor Jesucristo, la obra de Dios santificadora se volverá evidente en su vida. Como hijos del Rey, debemos glorificarlo siendo un reflejo fiel de Él. Y para lograrlo, lo único que debemos hacer es dejarnos moldear con sus herramientas de santificación.

Thursday, August 25, 2016

Apartados para Dios | Dr. Charles Stanley | 8/25/16

Cuando una persona pone su fe en Jesucristo se convierte en un nuevo creyente y es santificada, es decir, apartada para el propósito de Dios. A diferencia de la salvación, que tiene lugar en un instante, la santificación es un proceso que dura toda la vida. Quienes somos seguidores del Salvador debemos dejar que el Espíritu Santo controle nuestra vida. Si es así, ahora mismo estamos siendo santificados, no importa lo que podamos sentir o cómo parezcan nuestras acciones a los demás. Dicho en otras palabras, estamos madurando de manera progresiva en nuestra fe.

Si estamos progresando, debemos estar esforzándonos hacia el logro de algo. El apóstol Pablo explicó la misión del cristiano: “Porque a los que [Dios] antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Ro 8.29). Nuestro carácter, conducta y conversación deben ser reflejos de Cristo, quien vive en nosotros. Dejados por nuestra cuenta, pondríamos demasiado énfasis en la conducta y nos ocuparíamos de reglas y ceremonias que parecen cristianas, sin reflejar verdaderamente a Cristo. Pero Dios ha dado a cada creyente el Espíritu Santo como maestro y guía. El Espíritu trabaja para transformar nuestra mente y corazón, de modo que hablemos y actuemos de acuerdo con nuestra verdadera identidad: de hijos de Dios.

Nuestro Padre celestial quiere que seamos ejemplos vivientes de Él. Dios no espera perfección; sabe que no podemos estar totalmente apartados del pecado. Pero nos enseña cómo pensar y actuar para que podamos “[andar] como es digno de la vocación con que [fuimos] llamados” (Ef 4.1).

Wednesday, August 24, 2016

La misión del Salvador | Dr. Charles Stanley | 8/24/16

Muchos creyentes saben que Jesucristo es el Hijo de Dios, pero debemos entender también su misión, la manera como la cumplió, y lo que eso significa para cada uno de nosotros. Cristo tuvo un doble propósito al venir al mundo como un niño: darnos una imagen tangible de quién es Dios, y morir en nuestro lugar para pagar nuestra deuda de pecado.

¡Qué plan tan maravilloso! El Señor omnipotente y omnisciente había existido desde siempre (Jn 1.1, 14; 8.58), pero, por un tiempo, dejó de lado el poder y la grandeza que le pertenecían legítimamente, para convertirse en uno de nosotros. Gracias a que vino a vivir entre los hombres, podemos entender mejor a nuestro Padre celestial (Col 1.15).

Por medio del sacrificio de Cristo somos invitados a una relación eterna con Dios. La Biblia dice que todos los descendientes de Adán son pecadores (Is 53.6; Ro 3.23), y que la paga del pecado es muerte (Ro 6.23). El castigo tenía que pagarse mediante el derramamiento de sangre (Lv 17.11). Pero el Padre no podía aceptar nada que no fuera un sacrificio perfecto (Dt 17.1). Por eso, el Señor, que era Dios perfecto y hombre perfecto, y ciento por ciento inocente, sufrió una muerte humillante y dolorosa para saldar la deuda que nosotros no podíamos pagar. Él era el único que podía entregar su vida para salvarnos y tender un puente entre cada persona y el Padre celestial.

No hay ninguna manera posible de ganar la salvación. Ella es un regalo maravilloso que el Padre ofrece gratuitamente a cada una de nosotros. La única condición es que recibamos a Jesucristo como nuestro Salvador personal, y que le obedezcamos.

Tuesday, August 23, 2016

Razones para rendir nuestra vida a Cristo | Dr. Charles Stanley | 8/23/16

Como vimos ayer, Dios nos dice que rindamos nuestra vida a Él. Esta no es una tarea fácil. Todos nuestros planes, todos los deseos que sentimos, cada derecho que una vez pareció ser nuestro, todo es puesto a un lado para dar paso a la voluntad de nuestro Rey. Pero quizás usted se ha preguntado por qué nos pide Dios esto. El Señor tiene pleno derecho a exigirnos que le demos nuestro todo.

Primero, las Sagradas Escrituras nos enseñan que Él es el Rey soberano del universo entero (Sal 135.6). Por eso, estamos bajo su autoridad, ya sea que decidamos someternos a Él o no. Luego, por medio de su muerte y resurrección, el Señor Jesús nos salvó del pecado y sus consecuencias. Por tanto, nuestra deuda con Él es impagable. Por último, Él nos sostiene; debemos considerar cada respiración y cada latido del corazón como un regalo de Dios.

Sin duda, el Señor tiene derecho a pedirnos que rindamos nuestra vida a Él. Al mismo tiempo, la entrega nos conviene. El Padre celestial promete que obedecerle lleva a la esperanza y a un futuro seguro. Salmo 31.19 dice: “¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen!” Así que, aunque Él es el Todopoderoso, con toda la autoridad para exigir nuestra vida, promete cuidar de nosotros y hacer lo que más nos favorecerá.

¿Está usted dispuesto a obedecer a Jesús? Su camino es el mejor y ofrece esperanza, gozo y paz. No siempre nos gustará lo que Él decida hacer, pero promete disponer todas las cosas para nuestro bien.  ¿Quisiera usted confiar en Dios lo suficiente como para entregarle su vida?

Monday, August 22, 2016

La condición de Dios para su bendición plena | Dr. Charles Stanley | 8/22/16

El Señor quiere darnos abundantes bendiciones. Veamos lo que se requiere para que podamos recibirlas.

El pasaje de hoy aclara la única condición necesaria para recibir lo mejor de Él: la entrega total. Cada aspecto de nuestro ser —cuerpo, alma y espíritu— debe ser un sacrificio vivo. Esto puede sonar sombrío, pero contrariamente a la lógica humana, la verdadera libertad solo se encuentra cuando nos rendimos totalmente a Cristo.

Los sacrificios eran muy comunes en el Antiguo Testamento. Para expiar el pecado, la persona podía traer un cordero al altar. El animal era apartado para los propósitos de Dios como una ofrenda sagrada, y por medio de su muerte se hacía restitución.

Cuando nos damos como sacrificio, no hay necesidad, afortunadamente, de derramar nuestra sangre. Jesús murió para expiar todos nuestros pecados. Pero por amor y gratitud, cada aspecto de nuestra vida debe ser rendido a Él.

¿Qué implica una vida rendida a Cristo? Un compromiso total con Él, que no cambia en nada por la influencia del mundo. Nuestros deseos y viejas maneras de actuar no son ya las fuerzas motivadoras. En vez de eso, su Espíritu nos guía, y su voluntad es la meta. Rendirse a Él significa seguir su dirección en actitud, palabras, pensamientos y acciones —y hacerlo sin pedir disculpas por eso, sin vacilaciones y sin temor.

Usted tiene una opción: conformarse con algo inferior a lo que Dios puede darle, o rendirse totalmente a Él. La entrega total no es un camino fácil; significa morir a sus deseos y al interés personal. Pero recuerde que Él está dispuesto y es capaz de hacer más de lo que nosotros podemos imaginar (Ef 3.20).

Friday, August 19, 2016

Cómo derrotar a los falsos maestros | Dr. Charles Stanley | 8/19/16

Una tarde, estando fuera de un supermercado, vi como dos hombres confrontaban a los clientes con unas afirmaciones equivocadas en cuanto a la enseñanza de la Biblia. Cualquiera que pareciera inseguro en cuanto a la fe cristiana era invitado a aprender en un estudio bíblico “lo que Dios había dicho realmente”. Yo no fui invitado porque esos hombres se alejaron de mí rápidamente cuando utilicé la Palabra de Dios para defender mis creencias.

El maestro falso quiere crear incertidumbre en sus oyentes. Para conseguir seguidores, debe convencer a su público que posee un conocimiento que ellos no tienen. Las personas que aceptan esta información engañosa como la verdad absoluta, por lo general volverán al falso maestro para recibir más enseñanzas. El tener seguidores complace el ego de estos farsantes y le da una “prueba” de que están en lo correcto.

Los que tienen una sana doctrina no serán engañados. Por eso es tan importante que nuestra fe descanse en las verdades bíblicas. Por ejemplo: que Jesucristo murió por los pecados de la humanidad; que el Espíritu Santo mora en los creyentes, y que los cristianos serán resucitados corporalmente. Pero a estos falsos maestros no se les derrota con “mi pastor dice ...”. Cuando seamos confrontados, debemos defender nuestra fe con la Biblia que hemos estudiado. Si la leemos regularmente y aplicamos la Palabra de Dios, estaremos mejor preparados cuando se nos diga una mentira.

Tener una sana doctrina protege a los creyentes de los mensajes distorsionados, y los arma para defender su fe. No sea tomado desprevenido. Si no ha empezado todavía, comience a estudiar la Biblia hoy mismo.

Thursday, August 18, 2016

Cómo desenmascarar a los falsos maestros | Dr. Charles Stanley | 8/18/16

Los escritores del Nuevo Testamento nos alertaron en cuanto a las falsas enseñanzas que parecen buenas, pero que se oponen a la verdad (2 Ti 4.3; 1 Jn 4.1). Los líderes perversos tuercen sutilmente la verdad para que los cristianos desprevenidos puedan ser atraídos por sus mentiras. Es por eso que la Biblia nos dice que evaluemos el mensaje de cualquiera que quiera ser nuestro guía (Mt 7.20).

Los maestros falsos son engañosos. Mateo 7.15 nos describe como lobos rapaces disfrazados de ovejas. Aparentan desear que las personas conozcan la verdad acerca de Dios, pero su interpretación de la Biblia puede contener una mezcla distorsionada de verdades y errores. Los creyentes prudentes estudian la Palabra de Dios y son capaces de detectar a esta clase de falsos maestros. Los lobos son, además, desenmascarados por su estilo de vida pecaminoso, que no concuerda con la rectitud (Mt 7.16). Un estudio detenido de sus decisiones, acciones y palabras revelará que esas personas no obedecen la voluntad del Señor ni los preceptos de la Biblia.

La vida y el mensaje de los falsos maestros son autoindulgentes. Sus ideas tentadoras apelan a la naturaleza carnal de sus oyentes. Algunos hablan de la gracia como una licencia para vivir sin ninguna restricción (Jud 4). Pablo denuncia esta mentira al enseñar que los creyentes han muerto al mundo, y que no deben seguir viviendo en el pecado (Ro 6.1, 2).

De los creyentes en Cristo se espera que usen la Biblia como el estándar con el cual evaluar el estilo de vida y las palabras de un líder. Si procuramos conocer la verdad divina, recibiremos discernimiento para reconocer la diferencia entre un mensaje de parte de Dios y uno falso.

Wednesday, August 17, 2016

David: Una imagen de la soberanía de Dios | Dr. Charles Stanley | 8/17/16

A veces es difícil entender los propósitos de Dios al permitir la adversidad. En medio de una tragedia, la soberanía del Señor puede parecer una teología poco realista. Pero la verdad es que Dios dispone todas las cosas para el bien del creyente (Ro 8.28).

Los escritos de David ilustran la importancia de confiar en que el Señor tiene el control, no importa cuán difícil sea la situación. Algunas veces es más fácil pensar en los personaje bíblicos como imágenes perfectas, casi semejantes a Cristo. Pero la vida de David estuvo llena de adversidades, tentaciones, pecados y perdón.

Cuando estaba huyendo del rey Saúl por su vida, Dios lo salvó. Cuando cedió a la tentación con Betsabé, Dios lo salvó. Cuando su hijo intentó apoderarse de su trono, Dios lo salvó y lo mantuvo como rey.

Por todas estas desafortunadas circunstancias, David descubrió que Dios lo estaba protegiendo y guiando a cada paso del camino, para usarlo con planes extraordinarios a pesar de sus imperfecciones. Estas experiencias enseñaron a David a confiar de todo corazón en la soberanía del Señor.

Para aquellos de nosotros en situaciones parecidas, la pregunta es: ¿creemos que Dios tiene el control? Si no es así, entonces, ¿quién lo tiene? En otras palabras, si los acontecimientos de la vida son fortuitos, sin propósito, ¿entonces a quién podemos acudir en medio del dolor?

En 1 Crónicas 29.12, David dice que Dios domina sobre todo y con su mano nos fortalece. Confíe en que el poder del Señor le fortalecerá con su mano soberana. Aunque no siempre pueda entender sus razones, sí puede confiar con certeza en sus propósitos.

Tuesday, August 16, 2016

El bautismo: Nuestra identificación con Cristo | Dr. Charles Stanley | 8/16/16

Cristo comenzó su ministerio público con el bautismo. En esos días, Juan el Bautista estaba llamando a la gente a confesar sus pecados y a demostrar su arrepentimiento mediante la inmersión en el río. ¿Por qué, entonces, el inmaculado Jesús pidió ser bautizado?

Al comienzo, Juan rehusó bautizar al Señor sabiendo que Cristo era “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1.29). Pero Jesús no estaba demostrando arrepentimiento, sino que se estaba identificando sacrificialmente con la humanidad pecaminosa.

Como cristianos, estamos llamados a seguir su ejemplo en todas las cosas. Es por eso que el bautismo es el primer paso como seguidores de Jesús. Así como Él estuvo dispuesto a identificarse con nosotros, nos identificamos públicamente con Él cuando somos bautizados y proclamando simbólicamente que: “He puesto mi fe en Jesucristo como mi Salvador y creo que la deuda por mi pecado fue pagada en su totalidad por su sacrificio. Creo que así como Él resucitó de entre los muertos, yo también seré resucitado por medio de Él. Caminaré en la voluntad de Dios mientras esté en este mundo y viviré con Él por toda la eternidad. Porque me amó lo suficiente como para identificarse conmigo en mi pecado, le demostraré mi amor a Él siguiendo su ejemplo ahora, y durante el resto de mis días”.

El bautismo demuestra nuestra conexión no solo con Cristo, sino también con nuestros hermanos espirituales —pasados, presentes y futuros. Nos unimos a todos los que caminaron antes de nosotros en la fe, proclamando que somos miembros de un mismo cuerpo, redimidos y resucitados por el Señor.

Monday, August 15, 2016

El nuevo nacimiento y el bautismo | Dr. Charles Stanley | 8/15/16

El Señor Jesús comisionó a sus seguidores a ir y hacer discípulos, “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt 28.19). A medida que la iglesia primitiva difundía el mensaje del evangelio, la respuesta de fe del nuevo creyente era el bautismo. Lo cual indicaba públicamente que la persona era ahora seguidora de Jesucristo.

Los símbolos sirven para comunicar lo que las palabras no pueden. El bautismo es un símbolo de nuestra experiencia de salvación. Mediante este acto, proclamamos que Jesús murió por nuestros pecados, de que fue sepultado y resucitó; y damos testimonio de que hemos recibido su poderosa transformación.

La palabra “bautizar” en la Biblia es la misma que se usa en griego para describir una tela que se sumerge en un tinte —se refiere a un cambio total. Por eso, al ser sumergidos en el agua, declaramos que estamos eligiendo morir a la vida vieja y nos estamos uniendo con Cristo. Nuestro pecado es sepultado con Él, y el poder del pecado es vencido por la muerte de Cristo en la cruz (Ro 6.14). Cuando somos levantados del agua, afirmamos la resurrección del Señor Jesús. El bautismo es una manera simbólica de decir que, así como el Señor venció la muerte y resucitó, nosotros resucitaremos espiritualmente. Somos “nacidos de nuevo” y transformados por el poder de su Santo Espíritu.

En la Biblia, “creer” no es una palabra que indica aceptación intelectual, sino acción. Nuestra fe nunca debe ser ocultada como una luz puesta debajo de un almud (Lc 11.33); nuestros familiares y amigos necesitan ver el evangelio en acción.

Friday, August 12, 2016

El desarrollo de la paciencia | Dr. Charles Stanley | 8/12/16

En un día cualquiera, podemos encontrar personas y situaciones frustrantes, como un conductor lento, un niño revoltoso, o un compañero de trabajo poco colaborador. Podemos sentir la tentación de estallar de ira, pero Dios quiere que mantengamos la calma y seamos pacientes con todos (1 Ts 5.14). Y de hecho, existe un buen número de razones por las cuales debemos ser pacientes:

Nuestro llamamiento. Aunque una vez estuvimos alejados del Señor, hemos sido hechos parte de su familia por medio de la sangre de Cristo. Como hijos de Dios, estamos llamados a tener una vida digna de Él, caracterizada por humildad, mansedumbre y paciencia (Ef 4.1-3).

La enseñanza de la Biblia. Ella nos dice que seamos tolerantes unos con otros, que llevemos mutuamente nuestras cargas y que respondamos con benignidad (Gá 6.1, 2).

El ejemplo de Cristo. Él demostró paciencia ante las acciones de Pedro, las exigencias de las multitudes y las falsas acusaciones de los líderes.

Las buenas relaciones. Nuestra impaciencia puede herir a otros y bloquear el diálogo. Responder con calma da lugar a que la otra persona confiese su falta, explique su actitud y haga cambios.

La aprobación de Dios. Debemos tener presente que cuando soportamos calladamente nuestro sufrimiento, ganamos la benevolencia del Señor (1 P 2.20).

El Espíritu Santo nos está conformando a la imagen de Cristo. Si cooperamos con Él, desarrollará en nosotros la paciencia cuando esperemos o seamos provocados. Una actitud calmada en tiempos de adversidad puede ser un testimonio poderoso de la obra transformadora de Dios.

Thursday, August 11, 2016

Las tormentas de la vida | Dr. Charles Stanley | 8/11/16

Cuando la vida se complica, tendemos a alterarnos y a preguntarnos cuándo van a terminar los problemas. Pero Dios quiere que nos concentremos en Él en los tiempos de dificultades. Al hacerlo, descubriremos que el Señor está haciendo una obra importante durante las “tormentas”.

Convicciones. En la Biblia está todo lo que necesitamos saber sobre nuestra vida en Cristo. Cuando las circunstancias estén fuera de nuestro control, lo que realmente creemos saldrá a la superficie. La profundidad de nuestra fe en la identidad y las promesas de Dios se hará evidente, lo mismo que cualquier duda que podamos tener. Por ejemplo, José demostró una fuerte convicción cuando reconoció que Dios quiso que sus adversidades fueran para su bien (Gn 50.20). Habrá tiempos en los que no tendremos éxito —como Pedro, cuyo temor lo llevó a negar a Cristo— pero debemos pensar en las pruebas como oportunidades para crecer y aumentar nuestra fe.

Transformación. Como hijos de Dios, debemos vivir de tal modo que seamos un reflejo de Cristo. El Padre celestial puede usar las tormentas de la vida para transformarnos a imagen de su Hijo.

Consolación. Esta bendición no es solo para nosotros, sino también para los demás. Nuestro Padre nos consuela y nos pide que demos a los demás lo que hemos recibido (2 Co 1.3, 4). Los tiempos de aflicción pueden ser producto de nuestros propios errores, de las tretas del enemigo, o del daño que hemos sufrido. Pueden, incluso, ser dispuestos por Dios. Pero, cualquiera que sea la fuente, nuestro Padre celestial los utilizará para nuestro bien y para bendecir a otros. ¿Qué testimonio puede usted darle a los demás?

Wednesday, August 10, 2016

Los propósitos de Dios en tiempos de dificultad | Dr. Charles Stanley | 8/10/16

Si pudiéramos diseñar una vida ideal, la mayoría de nosotros evitaría pasar por momentos de adversidad. Pero la Biblia nos enseña que Dios tiene un propósito para las tormentas de la vida.

Purificación. Cuando los problemas nos presionan, tienden a salir a la luz actitudes y hábitos pecaminosos. La conducta impaciente, los arrebatos de ira, o la confianza en algo o alguien distinto a Dios puede volverse evidente. En una crisis, los pecados a los que habíamos restado importancia, pueden comenzar a ser más evidentes. El Espíritu Santo utilizará los tiempos difíciles para suavizar las asperezas y producir el fruto del Espíritu en nosotros (Ga 5.22, 23).

Comunión. Cuando nos va bien en la vida es posible que pasemos menos tiempo con el Señor, y comencemos a no prestar la debida atención a nuestra relación con Él. Incluso podemos apartarnos de sus caminos. Las crisis nos ayudan a reconocer nuestra necesidad de Él y lo impotentes que somos para ayudarnos a nosotros mismos. Los tiempos difíciles nos llevan a ponernos de rodillas en oración y a buscar la comunión con Dios.

Nuestro Padre celestial desea que desarrollemos una manera de ser semejante a la de Cristo y que nos acerquemos más a Él. El Señor quiere que experimentemos la riqueza de su amor, y que le demostremos una reverencia sincera. Él usará las pruebas para lograr los buenos propósitos que tiene para nosotros.

Aunque en la vida hay muchas pruebas distintas, todas tienen algo en común: el deseo y la capacidad del Señor de utilizarlas para nuestro bien y para la gloria de Él. Por medio de estas experiencias podemos deshacernos de las conductas pecaminosas y caminar con Dios.

Tuesday, August 9, 2016

Cómo buscar a Dios | Dr. Charles Stanley | 8/9/16

Buscar a Dios por medio de su Hijo Jesucristo debe ser nuestro principal objetivo. Eso requiere una actitud de entrega, diligencia, perseverancia, confianza y humildad. Para buscar al Señor, ¿qué acciones podemos tomar?

Primero, tenemos que estudiar la Biblia. El examen metódico y constante de ella hará crecer nuestra fe y nos dará lo que necesitamos para vivir en santidad (2 P 1.3). Luego, debemos mantener una vida de oración. Orar consiste en tener una conversación con Dios que incluye tanto hablar como escuchar. Tercero, debemos meditar, lo cual implica pensar en lo que leímos en la Palabra. Esto significa asimilar cada pasaje de la Biblia, versículo por versículo, y preguntar al Señor qué significa. Mediante la dirección del Espíritu Santo llegaremos a comprender cómo aplicar su enseñanza a nuestra vida. Este proceso nos ayuda a absorber sus verdades para guiarnos por ellas.

A medida que asimilamos los principios bíblicos, adquirimos sabiduría. Se nos hace más fácil identificar donde está trabajando el Señor, evaluar nuestras circunstancias a la luz de su naturaleza y su plan, y saber cuándo actuar. Al escuchar los mensajes basados en la Palabra de Dios, crecemos en el Señor. Escuchar implica actuar, en respuesta a lo escuchado, sin desviar nuestra atención. Por último, debemos observar cómo está Dios obrando en la vida de otras personas, lo que sirve también como estímulo para nosotros.

Dios promete recompensar nuestra búsqueda de Él. Algunas veces seremos bendecidos con un mayor entendimiento espiritual, y otras con un gozo inexplicable. Pero lo mejor de todo es que buscar al Señor de corazón siempre nos permitirá encontrarlo (Jer 29.13).

Monday, August 8, 2016

Orar por un cambio | Dr. Charles Stanley | 8/8/16

El letrero favorito de mi madre, que colgaba sobre la puerta de nuestra casa, nos recordaba que “La oración lo cambia todo”. Desde que era muy pequeño, fui testigo de esta poderosa verdad por su ejemplo. Ella me contaba algunas dificultades que estaba enfrentando, y luego me pedía que orara por esos motivos con ella. Y después se aseguraba siempre de dar la gloria a Dios cuando compartía la maravillosa noticia de que Él había respondido esas oraciones.

De hecho, esta es nuestra confianza: que cualquier cosa que pidamos, que armonice con el plan del Padre, será concedida. Y cuanto más tiempo pasemos con Él, más llegaremos a entender su voluntad y cómo orar por ella.

Recuerde que la oración no hace cambiar de opinión a Dios, pero sí transforma el corazón del creyente. Algunas peticiones son concedidas de inmediato, simplemente porque pedimos con la comprensión de que a nuestro Padre celestial le encanta darnos cosas buenas. Otras peticiones pueden requerir más tiempo o ciertos preparativos divinos antes de que nos sean concedidas. Nosotros, mientras tanto, debemos simplemente ser persistentes en la oración.

Cualquiera que sea la respuesta o el tiempo del Señor, podemos confiar en que Él solo tiene reservado lo mejor para sus hijos. La oración nos permite ser testigos de la mano de Dios en cualquier situación. Y a medida que dediquemos atención, tiempo y perseverancia a la conversación con Él, no habrá límite para lo que podamos lograr en los corazones y las circunstancias de las personas.

Friday, August 5, 2016

Bendición en la persecución | Dr. Charles Stanley | 8/5/16

Aunque, sin duda, no nos sentimos bendecidos cuando nos insultan y persiguen, Jesús dijo que sí lo somos (Mt 5.11). La perspectiva del Señor en cuanto a la persecución difiere de la nuestra; Él considera positivo que suframos por su nombre. La persecución es buena por varias razones:

Demuestra nuestra fe. La única manera de conocer la calidad de nuestra fe es por medio de la prueba. Cuando perseveramos, comenzamos a entender que podemos permanecer firmes y obedientes en medio de alguna dificultad, a la vez que descubrimos el gran poder de Dios para sostenernos.

Purifica nuestra vida. La persecución dirige nuestra atención al Señor y el sufrimiento nos lleva a sus brazos. Cuando nuestro tiempo con Dios aumenta, Él nos hace conscientes de nuestras actitudes y acciones pecaminosas —algunas causantes de nuestra prueba, pero otras no— por las cuales debemos arrepentirnos. La persecución es una herramienta eficaz de purificación.

Nos prepara para el servicio. El sufrimiento pone fin a nuestra autosuficiencia y orgullo —actitudes que estorban nuestra utilidad para el Señor. El orgullo se viene abajo cuando comprendemos que no somos capaces de vivir por nuestra cuenta, especialmente cuando hemos sido insultados y heridos.

Una vida de comodidad y placeres no es siempre una señal de bendición. Así que “no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese” (1 P 4.12). Si la persecución fortalece nuestra fe, purifica nuestros corazones, y nos prepara para el servicio, entonces debemos dar gracias al Señor por la manera que la utilizará en nuestra vida.

Thursday, August 4, 2016

Fácil de decir, difícil de hacer | Dr. Charles Stanley | 8/4/16

Los mandatos de Dios desafían a veces la lógica humana.  Tomemos, por ejemplo, el mandato de regocijarse en la persecución. No tiene sentido hasta que nos damos cuenta del efecto que tiene la alabanza —ella nos mantiene enfocados en el Señor y las cosas buenas que Él puede sacar de las dificultades.

El apóstol Pablo experimentó más abusos y sufrimientos de los que jamás experimentaremos la mayoría de nosotros. Fue golpeado, sometido a juicio y encarcelado, pero veía más allá de esas dificultades lo que el Señor estaba haciendo por medio de su vida. Es decir, aunque no se alegraba por estar preso, podía celebrar el gran ministerio que tenía entre los guardias de su prisión.

Si creemos que Dios tiene el control y cumple sus promesas, entonces debemos confiar en el principio de Romanos 5.3-5. Este pasaje nos asegura que nuestras dificultades tienen un propósito. Específicamente, desarrollan nuestra paciencia, fortalecen nuestro carácter y afianzan nuestra esperanza. Dos bendiciones inmediatas del sufrimiento son el aumento de nuestra fe y la preparación para servir más al reino.

El Señor sacará algo bueno de nuestra persecución, como lo hizo con Pablo. Pero si permitimos que la duda nuble nuestra fe, no seremos capaces de regocijarnos por lo que Él está haciendo en nuestra vida y por medio de ella. Y si no podemos regocijarnos, estamos en peligro de rendirnos antes de que la buena obra de Dios pueda ser terminada. Regocijarnos nos mantiene enfocados en el Señor y en su propósito, para que podamos comprender el significado de nuestras pruebas y recibir nuestra recompensa.

Wednesday, August 3, 2016

La vida buena | Dr. Charles Stanley 8/3/16

Todos conocemos personas que padecen enfermedades, crisis económicas o algún tipo de dificultad. ¿Cómo debemos reaccionar a dichas situaciones a la luz de lo que enseña la Biblia sobre la bondad de Dios, y de la expresión de su bondad para con nosotros?

En primer lugar, la naturaleza de Dios es perfecta, y todo lo que Él hace es recto (Dt 32.4). Él es “misericordioso y clemente … y grande en misericordia” (Sal 103.8). Por su naturaleza, Dios es bueno. En segundo lugar, nuestro Padre celestial expresa su bondad basado en su propósito de conformarnos a la imagen de Cristo (Ro 8.29). Desde la perspectiva del Señor, todo lo que encaja en su plan es provechoso para nosotros.

La mayor demostración de la bondad del Señor se ve en la vida y muerte de su Hijo. Jesús dejó su hogar celestial, tomó la forma de hombre, padeció y murió en lugar nuestro para que pudiéramos ser perdonados (Fil 2.6-8). Por lo que nuestro Salvador padeció, hemos sido adoptados en la familia de Dios, y el cielo es nuestro hogar eterno.

En el momento de la crucifixión de Cristo, los discípulos no podían ver nada beneficioso en ella. Solamente sentían un gran pesar. Pero sabemos que Dios dio a su propio Hijo para que podamos ser salvos (Ro 8.32).

Nuestra definición de la vida buena probablemente incluiría éxito material, buena salud y ausencia de problemas —las cosas que nos hacen felices ahora. Pero Dios tiene una perspectiva eterna, y Él siempre obra para llevar a cabo su plan a largo plazo para nosotros. Podemos confiar en su bondad aun en momentos de oscuridad.

Tuesday, August 2, 2016

Crecer en la fe | Dr. Charles Stanley | 8/2/16

Nuestro Padre celestial desea que crezcamos espiritualmente. Él nos pone en una escuela de fe, por así decirlo, para enseñarnos a seguirle. Ayer hablamos de la disciplina de escuchar a Dios. Hoy veremos cuatro prácticas más que son necesarias para vivir en Cristo.

Primero, el Señor quiere que lo obedezcamos. Algunas de sus enseñanzas son fáciles de seguir, mientras que otras son difíciles. Elegir nuestro camino puede hacernos sentir bien al comienzo, pero el resultado siempre es lamentable. En cambio, cada acto de obediencia edifica la fe.

Segundo, el Señor nos enseña a depender de Él. De hecho, a veces nos llama a la acción en áreas que parecen humanamente imposibles. Por ejemplo, perdonar un acto de atrocidad es algo que consideramos más allá de nuestra capacidad. Pero, cuando no podemos realizar lo que Él demanda, confiamos en que su poder nos lo permitirá.

Tercero, nuestro Padre celestial quiere que esperemos en Él. El camino de Dios es lo mejor, y Él desea que confiemos en su voluntad y seamos pacientes.

Cuarto, la Biblia nos enseña que confesemos nuestros pecados a Dios, que nos arrepintamos y que aprendamos de ellos. Dios no espera perfección de nosotros, pero sí quiere ver una respuesta saludable a nuestras faltas.

El Padre celestial quiere que sus hijos tengamos una vida abundante y significativa. Por esta razón, envió a su Espíritu Santo a morar en nosotros, a equiparnos y a darnos poder para que podamos alcanzar nuestro mayor potencial. Podemos elegir cooperar con este plan o vivir apartados de lo que Él tiene para nosotros.