Los escritores del Nuevo Testamento nos alertaron en cuanto a las falsas enseñanzas que parecen buenas, pero que se oponen a la verdad (2 Ti 4.3; 1 Jn 4.1). Los líderes perversos tuercen sutilmente la verdad para que los cristianos desprevenidos puedan ser atraídos por sus mentiras. Es por eso que la Biblia nos dice que evaluemos el mensaje de cualquiera que quiera ser nuestro guía (Mt 7.20).
Los maestros falsos son engañosos. Mateo 7.15 nos describe como lobos rapaces disfrazados de ovejas. Aparentan desear que las personas conozcan la verdad acerca de Dios, pero su interpretación de la Biblia puede contener una mezcla distorsionada de verdades y errores. Los creyentes prudentes estudian la Palabra de Dios y son capaces de detectar a esta clase de falsos maestros. Los lobos son, además, desenmascarados por su estilo de vida pecaminoso, que no concuerda con la rectitud (Mt 7.16). Un estudio detenido de sus decisiones, acciones y palabras revelará que esas personas no obedecen la voluntad del Señor ni los preceptos de la Biblia.
La vida y el mensaje de los falsos maestros son autoindulgentes. Sus ideas tentadoras apelan a la naturaleza carnal de sus oyentes. Algunos hablan de la gracia como una licencia para vivir sin ninguna restricción (Jud 4). Pablo denuncia esta mentira al enseñar que los creyentes han muerto al mundo, y que no deben seguir viviendo en el pecado (Ro 6.1, 2).
De los creyentes en Cristo se espera que usen la Biblia como el estándar con el cual evaluar el estilo de vida y las palabras de un líder. Si procuramos conocer la verdad divina, recibiremos discernimiento para reconocer la diferencia entre un mensaje de parte de Dios y uno falso.
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