Wednesday, November 30, 2016

El disfrute de la vida | Dr. Charles Stanley | 11/30/16

El rey Salomón no fue solo el hombre más sabio que haya existido (1 R 3.12); también fue bendecido con riquezas inimaginables y con el privilegio de construir el templo de Dios. Por tanto, es de esperar que supiera lo que era la satisfacción profunda.

En la búsqueda de esa satisfacción profunda, Salomón se dedicó a incursionar en toda clase de cosas. Eclesiastés nos dice que se entregó a los placeres del mundo, interesándose incluso en actividades que sabía que eran una locura, para ver si había algo que valiera la pena en ellas. Pero la satisfacción que buscaba Salomón lo esquivaba, y llegó a la conclusión de que la autocomplacencia no tenía ningún valor.

Para sentir satisfacción, el rey buscó la realización personal. Emprendió grandes proyectos, tales como la construcción de casas para él, el mejoramiento de su entorno con jardines y parques y llevó a cabo un vasto proyecto de irrigación (Ec 2.4-6). El rey tenía todo lo que podía necesitar para disfrutar de la vida, pero al final llegó a la conclusión que nada de esas cosas tenían sentido.

La historia nos resulta familiar, ¿verdad? Nuestro mundo tiene muchas personas educadas y exitosas, pero también muy descontentas con la vida. Nuestra cultura persigue el placer y no acepta límites. Lamentablemente, esa falta de moderación ha arruinado innumerables vidas. Salomón tenía la sabiduría y los recursos para lograr todo lo que quisiera hacer. Pero los objetivos que persiguió no le dieron ninguna satisfacción. Llegó a la conclusión que lo mejor era obedecer a Dios (Ec 12.13). El gozo verdadero se tiene cuando nos ajustamos a la voluntad de Él.

Tuesday, November 29, 2016

El valor del discernimiento | Dr. Charles Stanley | 11/29/16

Si usted hiciera una lista de las cosas que más quiere en la vida, ¿sería un espíritu de discernimiento una de ellas? El Señor da un gran valor a este atributo, y quiere que todos lo tengamos. Si no lo tenemos, tomaremos decisiones equivocadas. El discernimiento es la capacidad de darse cuenta de lo que no es obvio o evidente. Por ejemplo, ¿puede usted señalar la diferencia entre legalismo y libertad? Dios nos llama a vivir de acuerdo con nuestras convicciones personales, pero no todas ellas son mandatos morales para todos los creyentes. Debemos ser capaces de reconocer la diferencia que hay entre ambos.

El discernimiento es necesario para distinguir lo bueno de lo mejor. Dios tiene el plan perfecto para cada uno de nosotros; sin embargo, hay una multitud de opciones buenas frente a nosotros. Por ejemplo, suponga que le han ofrecido dos empleos. Ambos parecen prometedores, pero solo uno de ellos es lo mejor que Dios tiene para usted. Es obvio, considerando estos dos ejemplos, que nuestra gran necesidad en cuanto a discernimiento implica ser capaces de comprender lo que Dios nos esté diciendo. Cuando usted enfrente una decisión, ¿cómo sabe si Dios le está hablando, o simplemente está escuchando sus propios deseos o razonamientos?

El tiempo para desarrollar discernimiento es ahora mismo. No espere hasta que tenga que tomar una decisión crítica. Comience hoy a llenar su mente con la Palabra de Dios. Pase tiempo con el Señor en compañerismo íntimo. Cuanto más lo conozca, más podrá discernir su voz.

Monday, November 28, 2016

El poder de un espíritu capaz de discernir | Dr. Charles Stanley | 11/28/16

En un mundo lleno de interminables fuentes de opiniones e información, los creyentes necesitamos desarrollar un espíritu capaz de discernir. Si no, ¿cómo sabremos lo que es verdadero? Mucho de lo que vemos y escuchamos está basado en una perspectiva mundana influenciada por Satanás, el padre de mentira. El engaño se encuentra hasta en la esfera religiosa; algunas iglesias mezclan mentiras con cierta cantidad de verdades para lograr que las personas las consideren instituciones cristianas genuinas.

La única manera que tenemos los creyentes de protegernos del engaño es afincándonos en la Palabra de Dios. Cuanto más tiempo pasemos llenando nuestra mente con los pensamientos de Dios, mejor será nuestra capacidad para discernir. Sin embargo, el simple conocimiento de la verdad bíblica no es suficiente. Debemos poner en práctica lo que aprendamos para que se convierta en más que conocimiento intelectual.

El propósito es dejar que la Palabra de Dios se vuelva parte integral de nuestro pensamiento, de modo que ella guíe nuestras decisiones. Además, el Espíritu Santo ha sido dado a cada creyente como Ayudador, cuya tarea es guiarle a toda verdad (Jn 14.26; Jn 16.13). No obstante, usted tiene la responsabilidad de poner la Palabra de Dios en su mente para que Él pueda hacer que la recuerde. Si usted descuida la Palabra, le faltará discernimiento.

¿Qué está dejando entrar en su mente? ¿Es la Biblia una prioridad? A menos que esté alerta, el pensamiento mundano dominará al discernimiento espiritual. Es difícil mantener la perspectiva divina si pasa más tiempo frente al televisor que estudiando la Biblia.

Wednesday, November 23, 2016

El nuevo nacimiento: La parte suya | Dr. Charles Stanley | 11/23/16

Después de leer las dos últimas meditaciones devocionales es posible que usted se esté diciendo: “Quiero nacer de nuevo. ¿Qué debo hacer, entonces?” O tal vez quiera explicar el nuevo nacimiento a otra persona, pero no está seguro de cómo hacerlo. Para tener las respuestas, la lectura de hoy es un buen lugar para comenzar.

¿Cuál es nuestra responsabilidad en la experiencia del nuevo nacimiento? En Juan 3 no hay nada acerca de la conducta ni de acciones que debamos tomar. En vez de esto, encontramos a Jesús afirmando que todo aquel que en Él crea será salvo y tendrá vida eterna. En esencia, lo que Jesús dice es: ¿Quieres nacer de nuevo? Debes poner tu fe en mí. Esto significa creer que Él es exactamente quien dice ser: el Hijo de Dios. Significa creer que cuando Jesús fue a la cruz, murió por nuestros pecados. Significa creer que Él es el Señor y Dueño de nuestra vida. Significa rendirse por completo a Él.

El nuevo nacimiento describe algo que produce un cambio radical en nosotros por el cual nuestro espíritu es cambiado. Tan pronto como ponemos la fe en Jesús, el Espíritu Santo viene a habitar en nosotros. A partir de ese momento, al cooperar con el Espíritu del Dios que vive en nosotros, nuestra conducta comenzará a cambiar porque una nueva persona está al mando.

Si usted está dispuesto a orar y pedirle a Jesús que produzca la experiencia del nuevo nacimiento en su vida, puede confiar en su promesa de que Dios no rechazará a nadie que se acerque a Él. (Lea Juan 6.37). Él nunca ha dicho “no” a una persona que desee nacer de nuevo. Ese es su regalo para todos los que estén dispuestos a creer.

Tuesday, November 22, 2016

Nacer de nuevo: ¿Para qué? | Dr. Charles Stanley | 11/22/16

Desde la transgresión original de Adán y Eva en Génesis, toda la humanidad ha nacido con una naturaleza pecaminosa, y nuestro pecado crea un abismo que nos separa de nuestro Dios santo y perfecto. Para poder estar en comunión con Él, tenemos que nacer de nuevo, recibir una nueva naturaleza, un nuevo espíritu y un nuevo destino eterno.

El renacimiento espiritual es una obra milagrosa del Espíritu Santo; Él no se limita a arreglar nuestra vieja naturaleza, sino que hace una transformación radical, creando un espíritu y una vida nueva en nosotros. Como dice 2 Corintios 5.17: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (énfasis añadido). Como resultado, los creyentes pueden adorar, alabar y servir al Dios vivo por amor genuino y devoción a Él.

La parte de Dios en este nuevo nacimiento implica el perdón de nuestros pecados; para hacerlo, Él envió a su unigénito Hijo a morir en la cruz como nuestro sustituto. De esa manera, Jesús pagó totalmente nuestra deuda de pecado. Él es nuestro sacrificio, es decir, quien sufrió vicariamente a favor nuestro.

La expiación sustitutiva de nuestro Salvador es el medio por el cual un Dios santo y justo perdona el pecado y nos hace santos como Él. Nuestra limpieza no viene de ser religioso, ni tampoco de la confesión del pecado y el arrepentimiento. Viene de la sangre de Jesús derramada en la cruz del Calvario. Si creemos que Él murió para pagar la deuda que teníamos, y luego aceptamos su sacrificio a favor nuestro, somos perdonados de nuestros pecados y Dios los borra (Ef 1.7).

Monday, November 21, 2016

El nuevo nacimiento: ¿Por qué razón | Dr. Charles Stanley | 11/21/16

El error más grande que la gente puede cometer es también el único que jamás podrá ser corregido, es decir, vivir sin Dios para luego morir y ver cara a cara al Salvador que rechazaron. La decisión de vivir negando quién es Jesucristo no cambia la realidad de lo que sucederá algún día. Dios ha hecho todo lo posible por poner su verdad en forma escrita y protegerla a través del tiempo, para que podamos pasar la eternidad con Él. Es una locura ignorar sus palabras.

Nicodemo, un fariseo y maestro, pudo haber cometido este error si hubiera seguido el pensamiento de sus colegas. Era miembro del sanedrín, el consejo de gobierno que trataba de discernir las falsas enseñanzas y asegurarse de que se cumpliera la ley de Dios. Al comprender que las señales que Jesús hacía estaban más allá de la capacidad de un simple hombre, Nicodemo vino por la noche para hacerle preguntas. El Señor simplemente le dijo: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn 3.3). Esto debió haber sido una sorpresa para el fariseo que había confiado en su religión y su moral.

¿Es usted como Nicodemo? En otras palabras, ¿el compararse con otros le hace sentirse como alguien bastante bueno? ¿Cree, como algunas personas, que las buenas obras y la conducta religiosa pueden ganarle un lugar en el cielo? No importa cuánto desee que esto sea cierto, la Biblia enseña que todos hemos venido al mundo con una naturaleza pecaminosa, y nuestro pecado nos ha separado de Dios. Ser bueno no cierra esa brecha ni cambia el hecho de que “la paga del pecado es muerte” (Ro 3.23; 6.23). Poner nuestra fe en el Señor Jesucristo es el único camino al cielo (Jn 14.6).

Saturday, November 19, 2016

Vivir en la gracia | Dr. Charles Stanley | 11/19/16

Antes de la conversión del apóstol Pablo, nadie hubiera pensado que este hombre tendría tanta influencia en el mundo para la gloria de Cristo. De hecho, su objetivo original fue eliminar a todos los cristianos (Hch 22.19, 20). La gracia de Dios puede tocar a cualquiera; ningún pecado está más allá del alcance de su perdón. Este maravilloso regalo de la redención transforma vidas. Contrariamente a lo que muchos piensan, ser cristiano no significa dedicarse a hacer buenas obras, significa que los creyentes reciben el perdón por la gracia de Dios, y una nueva naturaleza.

Nuestra transformación interior produce, obviamente, cambios externos. Una hermosa ilustración de esto es la metamorfosis de la mariposa. Una vez que se convierte en una crisálida, la oruga no simplemente actúa o parece diferente por fuera; también ha sufrido una transformación interior.

La transformación de los creyentes se produce en muchas áreas. Por ejemplo, nuestras actitudes cambian: como resultado de la salvación por la gracia, recibimos humildad y gratitud. En agradecimiento por este regalo inmerecido, surge la compasión por los perdidos y el deseo de compartir el evangelio. El perdón de Cristo da también como resultado el anhelo de servirle. Servimos dentro y fuera de la iglesia, amando a los demás, ayudando a los necesitados y testificando de la salvación.

Aunque el pecado trae consigo consecuencias, Dios nos brinda perdón y redención por medio de Jesucristo. Él abrió un camino para restaurar nuestra relación con Él. El Señor transforma nuestra vida para que nos parezcamos más a su Hijo y reflejemos su amor a los demás.

Friday, November 18, 2016

Cómo la gracia lo cambia todo | Dr. Charles Stanley | 11/18/16

Nuestra vida es un desastre sin Dios. Por nuestra naturaleza imperfecta caminamos por sendas equivocadas a lo largo de nuestra existencia. El castigo por el pecado es la muerte y la separación eterna de Dios. Nadie está exento de esta verdad bíblica; y no hay nada que podamos hacer para cambiarla.

Pero entra en escena la gracia, el favor inmerecido de Dios. No podemos hacer nada para ganarla. Él nos bendice de acuerdo con su benevolencia, más allá de lo que hayamos hecho.

Pensemos en Pablo, cuyo propósito original fue perseguir y destruir a cualquiera que invocara el nombre del Señor Jesús. El apóstol tuvo un papel importante en la violencia dirigida contra los cristianos y, en sus propias palabras, era “el primero” de los pecadores (1 Ti 1.15). Nada de lo que hizo merecía el amor de Dios.

Sin embargo, la gracia divina llevó al Todopoderoso a alcanzar y perdonar a este infame fanático que blasfemaba el nombre de Jesús. Dios lo convirtió amorosamente en un hombre que se dedicó a compartir el mensaje del evangelio. Pablo es un hermoso ejemplo de la gracia de Dios.

No podemos hacer suficientes buenas obras para ganar nuestra entrada al cielo. La salvación es posible solo por la gracia. Cristo murió en la cruz y solo Él merece el reconocimiento por nuestra redención.

La muerte de Jesucristo cubrió los pecados de toda la humanidad. No hay transgresión que Él no pueda perdonar. No podemos añadir nada a su acto de expiación; lo único que podemos hacer es recibir este regalo. Si ponemos nuestra fe en Cristo, Dios nos salvará y nos hará sus hijos para siempre.

Thursday, November 17, 2016

La superación de circunstancias difíciles | Dr. Charles Stanley | 11/17/16

Mientras estuvo bajo arresto domiciliario, Pablo escribió su carta a los Filipenses. El apóstol podía recibir visitantes, pero no viajar. A pesar de vivir en una casa, lo más probable es que estuviese encadenado a un soldado romano las veinticuatro horas del día. Además, debido a que un juicio podía tardar varios años, él sabía que esa podría ser su condición por el resto de su vida.

Bajo tales circunstancias, Pablo pudo haber pensado pedir al Señor que lo liberara. Después de todo, Dios lo había llamado a predicar, discipular a los creyentes y alcanzar a los gentiles. Pero estaba atascado en Roma, sin la posibilidad de plantar nuevas iglesias o de visitar a quienes alimentaba con sus epístolas. Además de ser injusto, el encarcelamiento le impedía hacer su importante trabajo. Sin duda, Pablo tenía derecho a quejarse pues había sufrido persecuciones, naufragios y golpizas por el evangelio. Sin embargo, nunca se quejó. Su carta a la iglesia en Filipos está llena de júbilo, ya que el estar enfocado en Dios le permitía sobrellevar sus circunstancias (Fil 4.8).

Cuanto más hablemos y nos quejemos de una situación, peor se verá, y terminará cobrando mayor importancia que nuestra fe. En cambio, llevar los problemas directamente a Dios nos ayuda a ver que el Señor es más grande que cualquier dificultad. En su poder, nos elevamos por encima de la dificultad.

Los problemas pueden parecer tan grandes y difíciles de manejar que distorsionan nuestra perspectiva. Dios nos invita a superar nuestras circunstancias, fijando los ojos en Él. Las pruebas de esta vida se achican cuando las comparamos con lo que puede hacer nuestro misericordioso y poderoso Señor, quien defiende a su pueblo con poder.

Wednesday, November 16, 2016

Orar con fe | Dr. Charles Stanley | 11/16/16

En el pasaje de hoy, Jesús conecta la oración y la fe. Sabemos por otros pasajes de la Biblia que, a menos que nuestras oraciones estén acompañas de fe, no debemos esperar recibir nada del Señor (Stg 1.6, 7). Pero, ¿cuál es la base de nuestra fe? ¿Hemos de creer que Dios nos dará cualquier cosa que pidamos?

Jesús comenzó diciendo: “Tened fe en Dios” (Mr 11.22). La confianza en el Señor es la base de la oración. Si nuestras peticiones no concuerdan con sus enseñanzas, no debemos esperar una respuesta favorable. Tampoco debemos esperar recibir si el motivo es nuestro propio deleite (Stg 4.3). Como lo demuestra la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní, la confianza verdadera en Dios dice: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22.42).

Primera de Juan 5.14, 15 nos dice que podemos contar con que Dios responderá las peticiones que sean conformes a su voluntad. Por tanto, nuestras oraciones deben estar ancladas a la Biblia ya que sin ella no conocemos la voluntad de Dios. Pero a medida que llenamos nuestra mente de la Palabra de Dios, nuestros deseos y peticiones comienzan a alinearse con su voluntad. Cuando sea así, podremos esperar recibir lo que pidamos. Y en los casos que no estemos seguros de su voluntad, el Espíritu intercederá por nosotros (Ro 8.27). Incluso los obstáculos en nuestra vida no son un problema para el Señor. Nada en armonía con su propósito será imposible para nosotros.

Dios no hace oídos sordos a las súplicas de sus hijos. Como un Padre celestial amoroso, Él protege, provee, guía y cuida de nosotros. Y ha demostrado su amor al enviar a su Hijo. Sin duda, podemos confiarle todas nuestras otras preocupaciones.

Tuesday, November 15, 2016

¿Por qué tenemos necesidades insatisfechas? | 11/15/16

Si nuestro Padre celestial desea satisfacer las necesidades de sus hijos, entonces ¿por qué seguimos necesitando ciertas cosas? Veamos algunas razones esenciales.

No pedimos. Si esto parece elemental, efectivamente lo es. Es asombroso cómo muchas personas no llevan sus preocupaciones a Dios. Algunas dicen: “Bueno, es que Él tiene mucho que hacer como para preocuparse de mis problemas”. ¡Tonterías! Nuestro Padre es un Dios muy personal, que se preocupa seriamente por todo lo que afecte a sus hijos. En efecto, Mateo 10.30 dice que Él sabe hasta el número de cabellos que hay en nuestra cabeza. Así que, por supuesto, debemos hablar con Él de cada aspecto de nuestra vida.

Pedimos, pero dudamos de que Dios pueda o quiera hacerlo. Es un trágico error ir delante del Dios omnipotente, soberano del universo y decirle, en esencia: “No eres lo suficientemente grande para manejar mis necesidades”. Santiago 1.8 describe a una persona así como “de doble ánimo” e “inconstante”. Cuando usted se acerque a Dios, hágalo sabiendo que Él es capaz de suplir sus necesidades.

Pedimos a Dios que trate el síntoma, no la necesidad real. A veces, oramos y oramos por algo —un determinado dolor emocional— quizás sin ver ningún cambio. La razón puede ser que estamos enfocados en el síntoma, no en la necesidad real. A medida que siga hablando con el Señor sobre la situación, podrá descubrir que la necesidad de fondo es algo que usted no ha siquiera considerado.

El Padre celestial quiere satisfacer todas sus necesidades. Si no puede verle actuando a su favor, asegúrese de hacerse un examen de conciencia desde la perspectiva del Señor. Luego, pregúntese: ¿Es posible que yo esté obstaculizando la acción de Dios?

Monday, November 14, 2016

Dios conoce sus necesidades | Dr. Charles  Stanley | 11/14/16

Recuerdo la ocasión en la que observé a una madre que manejaba con perfecto control a varios niños pequeños. Era un espectáculo asombroso. En medio de un torbellino de actividad, esta experimentada mujer atendía intuitivamente las necesidades de sus hijos. Les servía comida, evitaba que derramaran las cosas, les limpiaba la nariz, les ataba los cordones de los zapatos y repartía abrazos —¡y todo lo hacía al mismo tiempo! Es evidente que un padre conoce las necesidades de su familia, incluso cuando los niños no pueden expresarlas.

A veces, es difícil vernos como niños. Al observar a pequeños corriendo por todas partes, necesitando siempre algo de nosotros, nos cuesta creer que nos parezcamos a ellos y actuemos de la misma manera en cuerpos de adultos. Afortunadamente, también tenemos un Padre que conoce nuestras necesidades. No obstante, con frecuencia actuamos como si tuviéramos que explicar cada detalle de nuestros problemas al Señor para que Él pudiera atenderlos.

¿No es extraño? Si usted preguntara a la mayoría de cristianos si creen que Dios es omnisciente, responderían: “¡Desde luego!” Sin embargo, si pudiera escucharles cuando oran, probablemente descubriría que, muchas veces, hacen oraciones largas y complicadas explicando a Dios la razón por la cual necesitan ayuda.

Dios quiere, efectivamente, que usted hable con Él de lo que haya en su corazón. Pero, al mismo tiempo, recuerde que nuestro Padre sabe de qué cosas tenemos necesidad, antes de que le pidamos (cp. Mt 6.8). Por lo tanto, no consuma tiempo de su oración explicando detalles innecesarios. Más bien, pídale a Dios que le hable. Recuerde que Él tiene todas las respuestas.

Wednesday, November 9, 2016

Cómo deshacernos de las preocupaciones | Dr. Charles Stanley | 11/9/2016

La gente se inquieta por todo, desde su seguridad en el empleo, hasta las elecciones. Para muchas personas, y tal vez usted sea una de ellas, la ansiedad está tan estrechamente entretejida en su vida, que han aprendido a vivir con ella cada día.

Tratamos la ansiedad como una emoción inofensiva, cuando en realidad puede ser perjudicial. La preocupación oscurece nuestra manera de pensar, divide nuestra atención y nos priva de concentración. Para complicar las cosas, el cuerpo puede reaccionar a la presión prolongada sobre la mente. El estrés puede manifestarse físicamente mediante dolores de cabeza, hipertensión, e incluso ataques al corazón.

Tener una vida de agotamiento físico y mental no es lo que el Señor desea para nosotros. El reto que tenemos es llevar cautivos todos los pensamientos de ansiedad (2 Co 10.5) y sustituirlos por los que agradan a Dios, para pensar en lo puro, justo y bueno.

La mejor manera de deshacernos de la preocupación es sustituyéndola con algo positivo, con las Sagradas Escrituras en nuestra mente. Dios tiene algo que decir en cuanto a todo lo que nos preocupa. ¿Se siente débil o incompetente? “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4.13). ¿Teme que su cheque del sueldo no le alcance para la renta, la ropa y la comida de este mes? “No os afanéis … vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas” (Mt 6.31, 32).

Jesús dijo que el afán no aporta nada (Mt 6.27). De hecho, perdemos tiempo y energías pensando en las preocupaciones, en vez de robustecer nuestra confianza en el Señor.


Tuesday, November 8, 2016

¿Carga o puente? | Dr. Charles Stanley | 11/8/16

¿Qué palabra usaría para referirse a la adversidad en su vida? Para la mayoría de las personas es una carga pesada e inevitable que les agota, que les quita la alegría y que les impide vivir en paz. Pero los cristianos tenemos la oportunidad de ver la adversidad como un puente que conduce a un futuro glorioso y eterno.

El factor determinante de cómo ver la dificultad depende de nuestra perspectiva. Si nos centramos solo en los aspectos negativos de nuestra vida, perderemos la esperanza. Pero si vemos los problemas con una perspectiva eterna, nuestros pensamientos y actitudes serán transformados.

En vez de dejar que las dificultades nos agoten, mantendremos la esperanza. Al responder con sometimiento a lo que Dios permite, y a la confianza en sus buenos propósitos, nuestro carácter se vuelve más cristocéntrico y nuestra esperanza es restaurada.
La desesperanza de sentir que nuestra adversidad es interminable será reemplazada con nuevas fuerzas. Pablo se vio atribulado, perplejo, perseguido, derribado y amenazado de muerte, pero llamó a todo eso una “tribulación momentánea” en comparación con la eternidad (2 Co 4.8-11, 17).
En vez de ver la adversidad como un ladrón de alegría y un obstáculo en la vida, debemos mirar lo que ella está produciendo para nosotros en el cielo: “un ... excelente y eterno peso de gloria” (2 Co 4.17).
Visualizar los problemas a través del lente eterno es un acto de fe que agrada a Dios. Aumenta nuestra confianza en Él, nos da más pasión por nuestra herencia celestial y nos fortalece para cruzar victoriosos el puente de la adversidad.

Monday, November 7, 2016

¿Carga o puente? | Dr. Charles Stanley | 11/7/16

¿Qué palabra usaría para referirse a la adversidad en su vida? Para la mayoría de las personas es una carga pesada e inevitable que les agota, que les quita la alegría y que les impide vivir en paz. Pero los cristianos tenemos la oportunidad de ver la adversidad como un puente que conduce a un futuro glorioso y eterno.

El factor determinante de cómo ver la dificultad depende de nuestra perspectiva. Si nos centramos solo en los aspectos negativos de nuestra vida, perderemos la esperanza. Pero si vemos los problemas con una perspectiva eterna, nuestros pensamientos y actitudes serán transformados.

En vez de dejar que las dificultades nos agoten, mantendremos la esperanza. Al responder con sometimiento a lo que Dios permite, y a la confianza en sus buenos propósitos, nuestro carácter se vuelve más cristocéntrico y nuestra esperanza es restaurada.
La desesperanza de sentir que nuestra adversidad es interminable será reemplazada con nuevas fuerzas. Pablo se vio atribulado, perplejo, perseguido, derribado y amenazado de muerte, pero llamó a todo eso una “tribulación momentánea” en comparación con la eternidad (2 Co 4.8-11, 17).
En vez de ver la adversidad como un ladrón de alegría y un obstáculo en la vida, debemos mirar lo que ella está produciendo para nosotros en el cielo: “un ... excelente y eterno peso de gloria” (2 Co 4.17).
Visualizar los problemas a través del lente eterno es un acto de fe que agrada a Dios. Aumenta nuestra confianza en Él, nos da más pasión por nuestra herencia celestial y nos fortalece para cruzar victoriosos el puente de la adversidad.

Friday, November 4, 2016

La fuente de nuestra esperanza | Dr. Charles Stanley | 11/0416

La esperanza es el deseo de tener algo, junto con la confianza de recibirlo. Pero cuando nuestra expectativa de satisfacer ese deseo se reduce, puede sobrevenir el desánimo, el cual, si se prolonga, puede llevar a la desesperanza. Judas, el discípulo, quería ver libre a Israel de la dominación romana para que fuera la potencia dominante del mundo.

Tal vez pensó que el arresto de Jesús haría que Dios utilizara la fuerza contra los gobernantes religiosos y políticos de Israel. Si ese era su pensamiento, entonces Judas se equivocó en su objetivo. Sabemos con certeza que su traición a Jesús le costó todo: se suicidó, abrumado por el sentimiento de culpa.

Tenemos un enemigo que está al acecho de nuestros momentos de debilidad para alejarnos del Señor. Como padre de la mentira que es, trata de que nos mantengamos centrados en nuestras circunstancias, de que dudemos de Dios y de que nos quejemos diciendo: “Esto no es justo. Si el Señor me ama, ¿por qué permitió que esto sucediera?”.

Como hijos del Padre celestial, hemos renacido a una esperanza viva: el Señor Jesucristo (1 P 1.3). Gracias a Él, hemos pasado de la condenación a la aceptación total, y de la muerte espiritual a la vida eterna en el cielo con el Señor. Y tenemos en nosotros su Espíritu para guiarnos en los tiempos difíciles y ayudarnos a encontrar consuelo en medio de ellos.

Thursday, November 3, 2016

Cuando se pierde la esperanza | Dr. Charles Stanley | 11/3/16

La vida no siempre llena nuestras expectativas. Incluso cuando hacemos planes de acuerdo con la dirección de Dios, podemos encontrarnos con algo que los interrumpa. La frustración por el obstáculo puede desalentarnos y hacernos perder las esperanzas.

Las circunstancias que parecen imposibles de vencer suelen ser las que nos inquietan. Pensemos en el viaje de Pablo a Roma. Cuando surgió una furiosa tormenta, los marineros trabajaron arduamente para salvar la nave. Pero, por no poder controlar las condiciones meteorológicas, renunciaron a toda esperanza de salvarse (Hch 27.20). Hay veces que no podemos cambiar lo sucedido, ya sea la pérdida de un empleo, la muerte de un ser querido o un diagnóstico médico terrible. En tales situaciones, los sentimientos de desesperanza pueden apoderarse de nosotros.

El aplazamiento de los planes también puede ser desalentador. Ana es un ejemplo de alguien que se desalentó por causa de “la esperanza que se demora” (Pr 13.12; 1 S 1.11). Veía que otras mujeres tenían hijos, pero sus deseos maternales no se habían realizado.

Cuando las cosas no van de acuerdo con nuestro plan, podemos sentirnos abandonados por el Señor. Recuerdo un período de mi vida cuando me sentía solo. Mi mente me decía que Dios estaba conmigo, pero mis sentimientos me decían otra cosa. Para rechazar este estado de ánimo, buscaba al Señor por medio de la lectura de la Biblia y la oración.

En momentos así, puede elegir entre centrarse en sus circunstancias, o fijar su mirada en nuestro Padre celestial, y confiar en Él.

Wednesday, November 2, 2016

Dos clases de promesas | Dr. Charles Stanley | 11/2/16

La Biblia contiene dos clases de promesas divinas: las incondicionales y las condicionales. Una promesa incondicional es aquella cuyo cumplimiento le incumbe solamente al Señor; su compromiso no está sujeto a las personas ni a las situaciones. Un ejemplo sería la garantía de Dios de no enviar jamás otro diluvio para destruir toda la Tierra (Gn 9.11). No importa cómo proceda el mundo, Él no tomará de nuevo esta acción.

La segunda clase de promesas divinas es la condicional. En otras palabras, el Señor está dispuesto a actuar bajo ciertas circunstancias. Es, por lo general, una declaración de “si … entonces”, e implica nuestra participación. Veamos tres promesas condicionales que tienen que ver con la salvación, el perdón y la sabiduría.

Romanos 10.9 nos dice que la promesa de salvación es para quienes confiesen con su boca y crean en su corazón que Jesús es el Señor.
Si venimos al Señor con una sincera confesión de pecado, tenemos la garantía de la limpieza y el perdón divinos (1 Jn 1.9). El cumplimiento de esta promesa por el Señor depende de nuestra conducta obediente.
Santiago 1.5, 6 nos dice que pidamos a Dios sabiduría, sin dudar de que la recibiremos. Si nos acercamos al Señor con fe, Él nos dará entendimiento.
Dios hará exactamente lo que ha prometido. Pero Él exige nuestra obediente cooperación antes de cumplir sus promesas incondicionales. Para recibir la bendición, debemos satisfacer las condiciones que Él ha puesto. Si usted espera que el Señor cumpla su promesa, entonces cumpla con su parte.

Tuesday, November 1, 2016

Las promesas de Dios | Dr. Charles Stanley | 11/1/16

La vida cristiana descansa en el fundamento de las promesas de Dios para hoy y para el futuro. Podemos confiar en todo lo que nuestro Padre celestial ha dicho porque su Palabra enseña que Él es …

Veraz. El Señor sabe lo que es verdad y habla rectamente en todo. Podemos estar seguros de que Dios es santo, pues en Él no hay ningún pecado; y de que además es omnisciente, pues lo sabe todo (He 4.12, 13). Sus promesas se basan en su conocimiento infinito y en su verdad.

Fiel. La Biblia compara al Señor con un pastor que “recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho” (Is 40.11 NVI). Lo que Él ha dispuesto para nosotros lo llevará a buen término (Fil 1.6). Nuestro Padre celestial no cambia sus intenciones ni su voluntad.

Amoroso. El amor de Dios por nosotros fue demostrado en la cruz. Envió a su Hijo Jesucristo a morir crucificado para recibir el castigo por nuestros pecados. El Salvador experimentó la ira de Dios contra la iniquidad para que pudiéramos conocer su amor. Esta es la evidencia más grande del amor que Él siente por nosotros.

Todopoderoso. El poder divino creó al mundo y levantó al Salvador de la tumba; por eso sabemos que Dios tiene la facultad de llevar a cabo todos sus planes. Nuestro Padre omnipotente cumplirá cada una de sus promesas. Una promesa tiene valor solo si quien la hace es confiable y tiene la posibilidad de cumplirla. Nuestro Padre celestial es veraz, fiel, amoroso y todopoderoso. Podemos basar toda nuestra vida en sus promesas, confiados en saber que Él hará exactamente lo que ha dicho.