Tuesday, January 31, 2017

Una esperanza viva | 1 Pedro 1.3-5 | Dr. Charles Stanley 1/31/17

Los creyentes han nacido a una esperanza viva; en cambio, las personas sin Cristo no tienen una base para sus deseos y expectativas. Muchas viven con un falso sentimiento de seguridad; creen que lo importante en esta vida es lo físico y lo material. Pero no hay ninguna seguridad en esas cosas (1 Ti 6.9). Quienes prefieren la riqueza y la salud antes que a Dios, descubren que sus sueños no se cumplen, o que no satisfacen.

Los creyentes anclan su esperanza en la sólida roca que es Jesucristo. Pues las palabras del Señor son verdaderas, y sus promesas se cumplen invariablemente. A veces veo personas que descargan sus deseos sin cumplir en Dios, y luego se quejan de que Él les falló. Pero los cristianos que hacen una petición y se someten siempre a la voluntad de Dios, recibirán respuesta: sí, no, o espera.

El Señor no defrauda a quienes buscan hacer su voluntad. Pero no malentienda esta afirmación. Puede ser que nos sintamos temporalmente decepcionados cuando algo que esperamos no está dentro del plan de Dios. Pero Él no incumple la promesa de dar a sus hijos lo mejor (Is 48.17; 64.4). Cuando una puerta se cierra, hay otra a punto de abrirse con algo mejor detrás de ella. El Señor no puede ser superado en generosidad. Lo que Él nos tiene reservado es mucho más de lo que somos capaces de desear. La mejor opción para el cristiano es fijar su esperanza en el Señor Jesucristo.

Acepte todo lo que se ajuste a la voluntad de Dios para su vida, y aléjese de todo aquello que no sea así. Las circunstancias pueden cambiar, pero Cristo nunca cambia. Él es esperanza viva que nunca defrauda.

Monday, January 30, 2017

La esperanza: El ancla del alma | Hebreos 6.13-20 | Dr. Charles  Stanley | 1/30/17

El ancla era una imagen popular en el mundo mediterráneo antiguo. Dado que la economía dependía del transporte marítimo, el ancla llegó a simbolizar seguridad y firmeza. El escritor de Hebreos usa la palabra “ancla” para recordar a los creyentes que Dios les ha dado una esperanza que se mantiene firme en las tormentas.

La esperanza es una actitud saludable. Esperar lo bueno conforta la mente y el corazón. Por el contrario, un estado de desesperanza es un estado terrible. Es abrumador y deprimente pensar que lo que usted está enfrentando no puede cambiar ni resolverse. Para la persona que ha perdido toda esperanza, la vida se parece a un largo y oscuro túnel que no va a ninguna parte.

En Proverbios se encuentra un versículo que describe el resultado de esta sensación de opresión: “La esperanza que se demora es tormento del corazón” (Pr 13.12). Las enfermedades emocionales, físicas, e incluso mentales persiguen a la persona que se siente atrapada en una situación sombría. Pero para Dios, ninguna situación es irremediable. En Él, tenemos la promesa de la segunda parte de ese proverbio: “Pero árbol de vida es el deseo cumplido”.

Los creyentes tienen una esperanza que es un ancla para sus almas. Nuestra relación con Jesucristo nos acerca al trono celestial, donde podemos depositar todas nuestras cargas ante un Dios todopoderoso. Además, podemos aferrarnos a Él en cualquier prueba que se nos presente. Por su gran amor, el Señor da fuerzas a los cuerpos cansados, paz a las mentes ansiosas, y consuelo a los corazones afligidos. En resumen, Él ilumina ese túnel oscuro y nos guía tiernamente en las situaciones difíciles.

Thursday, January 26, 2017

Las recompensas por trabajar bien | Efesios 6.5-8 Dr. Charles Stanley | 1/26/17

Para ayudarme con el pago de mis estudios en la universidad, pasaba las vacaciones trabajando en una fábrica textil. Mi tarea era en el área de blanqueo, la parte más caliente del complejo. No me gustaba el trabajo, ni el calor, ni el difícil jefe que tenía, y durante las primeras dos semanas mi insatisfacción se hizo evidente. Me di cuenta de que el trabajo no podía cambiar, pero mi manera de pensar sí. Entonces decidí trabajar como si el Señor fuera mi jefe, y esa decisión lo cambió todo.

El calor ya no me molestaba, el trabajo se me hizo tolerable y, lo mejor de todo, tuve muchas oportunidades de compartir mi fe porque mis colegas trabajadores notaron que yo era diferente. Cuando volví el verano siguiente, ese duro jefe me dio empleo sin vacilar. Tratar nuestro trabajo como una extensión de nuestro servicio a Dios es lo que cambia nuestra actitud. Agradar a Dios nos motiva a hacer las cosas lo mejor posible, y eso inevitablemente se traduce en motivo de gozo para el creyente. Un trabajo puede ser difícil, frustrante o aburrido, pero podemos estar satisfechos en vez de cultivar emociones negativas.

Una actitud de siervo impacta, igualmente, a otros empleados. El servicio que se hace con gentileza y humildad capta la atención de nuestros compañeros de trabajo, lo cual, a su vez, nos da la oportunidad de ministrar a aquellos con quienes pasamos varias horas al día.

Las recompensas del servicio entusiasta pueden tomar muchas formas, entre ellas una mayor satisfacción personal y la oportunidad de ser un reflejo de Cristo. También está la gran dicha de saber que nuestro Padre celestial se siente satisfecho por lo que hacemos.

Monday, January 23, 2017

La mina terrestre de la pereza | 2 Tesalonicenses 3.6-13 | Dr. Charles Stanley 1/23/17

Muchas personas nunca se han dado cuenta de que la pereza es un pecado. Pero, al igual que cualquier otra mina terrestre, tiene el potencial de hacer daño y destruir vidas. Estar constantemente ocioso y ser improductivo es contrario a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Y todo lo que vaya en contra de la Palabra de Dios es pecado. En la parábola de los talentos, dijo Jesús del siervo que había enterrado el dinero de su señor: “¡Siervo malo y perezoso!” (Mt 25.26 NVI). El Señor puso tanto a la maldad como a la pereza en la misma categoría indeseable.

El libro de Proverbios nos da una descripción de la persona perezosa. Primero, carece de decisión; es alguien que posterga lo que tiene que hacer (Pr 20.4). Segundo, utiliza cualquier excusa para evitar trabajar (Pr 22.13). Tercero, desperdicia el tiempo (Pr 6.9-11). Y, por último, la persona perezosa es negligente y descuidada (Pr 24.30-32).

La pereza no se ajusta a lo que somos como creyentes. Nuestro Padre espera de nosotros que vivamos con determinación, y que trabajemos con diligencia; ser perezosos y hacer mal las cosas daña nuestro testimonio. Proverbios 25.19 advierte: “Como diente roto y pie descoyuntado es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia”. Una persona no confiable deja las tareas sin terminar y, como resultado, es un pésimo testigo para Cristo.

Tenemos la maravillosa oportunidad de participar en la obra de Dios, y eso incluye actuar bien como una demostración de obediencia. Decida trabajar para Él hoy.

Friday, January 20, 2017

El poder del Espíritu Santo | Gálatas 5.22-26 | Dr. Charles Stanley | 1/20/17

El Espíritu Santo es vital para la vida cristiana. Lea lo que dice el pasaje de hoy acerca del fruto del Espíritu, y hágase esta pregunta: ¿Puedo ser una buena persona por mi cuenta? Necesitamos la ayuda de Dios para vivir como Él espera. Es por eso que nos da un Ayudador que nos transforma a imagen de Cristo.

El Padre celestial sabe que sus hijos necesitamos ayuda para cumplir con sus mandatos. Aun los más fieles seguidores de Jesucristo fueron, por sí mismos, incapaces de obedecer; por ejemplo, Pedro, quien prometió ser fiel hasta la muerte, negó conocer a Cristo (Mt 26.69-75).

Poco antes de regresar al cielo, Cristo ordenó a sus discípulos que suspendieran su trabajo misionero hasta que viniera el Espíritu Santo (Lc 24.49). Únicamente con la ayuda del Espíritu Santo podría Pedro, el cobarde, convertirse en Pedro, la roca, y predicar un mensaje que convenció de pecado a muchas personas (Hch 2; Mt 16.18).

El Espíritu Santo entra en la vida del creyente en el momento de la salvación, y comienza de inmediato a producir el fruto espiritual. Esta es la expresión externa de un corazón transformado. Cuando nos rendimos a la mano sustentadora de Dios, nuestras acciones y actitudes se vuelven más amorosas, entusiastas y cordiales. El Señor recoge una cosecha de servicio y buenas obras de nuestra vida que aumentan nuestra fe y extienden su reino.

Dejar que el Espíritu Santo produzca un carácter como el de Cristo no es algo pasivo. A nosotros nos corresponde meditar en la Palabra para tomar decisiones sabias cada día, que le permitan al Espíritu Santo producir santidad en nuestra vida.

Thursday, January 19, 2017

Escollos en la búsqueda de la voluntad de Dios | Salmo 25:4-5 | Dr. Charles Stanley | 1/19/17

Como pastor, la gente me pregunta cómo tomar la decisión correcta en circunstancias difíciles. Lamentablemente, veo que muchas personas cometen errores en este aspecto.

Por ejemplo, algunas personas oran a toda prisa; le piden al Señor que las dirija, pero no escuchan su respuesta. En vez de eso, toman su propia decisión y confían en que Él la bendecirá. Sin embargo, esperar que Dios bendiga lo que no es de Él, llevará a desaprovechar lo mejor que tiene para nosotros. Para evitar ser decepcionados, debemos estar conscientes de varios escollos que impiden escuchar la dirección de Dios de manera precisa.

Primero, esté consciente de los deseos carnales. Los deseos no son malos, pero se vuelven peligrosos cuando consumen nuestros pensamientos. Con el tiempo, podemos creer que el resultado que deseamos es la voluntad de Dios, cuando en realidad Él nos está diciendo algo diferente.

Segundo, tenga cuidado con los consejos desacertados. Hasta los amigos cristianos más bienintencionados pueden llevarnos en la dirección equivocada. Debemos procurar con diligencia el consejo de quienes caminan con el Señor Jesús y están anclados en su Palabra.

Tercero, tenga cuidado cuando se sienta impaciente, inseguro o presionado de alguna manera. Estas emociones pueden llevarle a tomar decisiones imprudentes, sin tener en cuenta lo que el Señor tiene para usted. La paciencia es difícil, pero la voluntad perfecta de Dios siempre vale la espera.

Tome la decisión de seguir la dirección de Dios. Para ello, limpie su corazón, pida orientación, espere y escuche.

Wednesday, January 18, 2017

La búsqueda de la voluntad de Dios | 1 Juan 5.14-15 | Dr. Charles Stanley | 1/18/17

Los padres instruyen a sus hijos para que hagan muchas tareas, desde saber escoger su vestimenta, hasta manejar el dinero. Pero es posible que la habilidad más importante que podemos enseñarles, sea seguir la dirección de Dios.

Tenemos la bendición de que nuestro omnisciente y poderoso Padre celestial está dispuesto a darnos a conocer su camino. Dios quiere indicarnos qué hacer en cada situación. De hecho, Él promete: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Sal 32.8). Veamos cómo podemos discernir la voluntad de Dios en cada encrucijada de la vida.

El primer paso es asegurarse de que nos hemos arrepentido de todo pecado. Tratar de escuchar a Dios mientras hay iniquidad en nuestro corazón es como usar una brújula imprecisa e indescifrable. Después de confesar y arrepentirnos, podemos pedir dirección.

Luego, debemos leer la Biblia con regularidad y con un corazón deseoso y abierto. La Biblia es como una lámpara en un camino oscuro (Sal 119.105). El último paso involucra al Espíritu Santo de Dios que mora en nosotros. El Espíritu imparte verdad y dirección cuando leemos la Biblia y oramos. Debemos escuchar con paciencia su dirección, que por lo general nos llega de manera silenciosa a nuestro corazón cuando pasamos tiempo con Dios.

Cuando le pidamos al Señor que nos indique su voluntad, no debemos esperar respuestas inmediatas. La disciplina de esperar forja el carácter y, además, apresurar el proceso puede conducir a una senda que desaprovecha lo mejor de Dios. Tómese el tiempo para buscar el plan del Señor Jesús para su vida, recordando que Él le dará todo lo que necesite para seguirle.

Tuesday, January 17, 2017

La sabiduría trae gozo Santiago 1.5-8 | Dr. Charles Stanley | 1/17/17

Una de las herramientas más importantes para vencer en las pruebas es la sabiduría. Irónicamente, esta cualidad, que parece tan rara en nuestro mundo hoy, está fácilmente al alcance de los creyentes. La Biblia dice que, simplemente, la pidamos, y Dios nos la dará con abundancia.

Aunque la sabiduría, sin duda, tiene recompensas, viene con un precio. Si le pedimos a Dios que nos haga sabios, Él permitirá las pruebas en nuestra vida. El propósito de ellas no es señalar las fallas de nuestra fe, sino, más bien, ayudarnos a descubrir si somos o no sabios.

Las tentaciones y las dificultades nos permiten discernir nuestro nivel de dedicación al Señor. Cuando pasamos por un tiempo de prueba, sabemos si estamos dispuestos a decir: “No me gusta esto, Dios, y no lo entiendo, pero voy a obedecerte pase lo que pase”. No hay manera de saber si vamos a reaccionar de esa manera, a menos que atravesemos pruebas que evalúen nuestra fe.

Nuestra dedicación al Padre celestial crece cuando tomamos decisiones acertadas a pesar de la oposición, y al obedecer cuando nos resulte molesto hacerlo o las tentaciones sean muy difíciles de resistir. Estos desafíos son semejantes al fuego purificador que nos santifica, y que saca a la superficie los pecados de nuestra vida. Estas situaciones no solo revelan lo que Dios está haciendo en nosotros, sino también pueden poner presión en nosotros si tratamos de silenciar la guía del Espíritu Santo.

Si, por medio de la sabiduría, permitimos que Dios haga su obra en nuestra vida, comenzaremos a experimentar sus bendiciones, ver su poder y sentir su amor de maneras nuevas. ¡Y este nuevo crecimiento produce un gran gozo!

Monday, January 16, 2017

Las pruebas producen paciencia | Santiago 1:2-4 Dr. Charles Stanley | 1/15/17

“¿Por qué un Padre amoroso permite que sus hijos pasen por pruebas y aflicciones terribles?”. Tiene sentido esta pregunta tan común. Puede ser desconcertante ver que el Dios de amor todopoderoso parezca guardar silencio mientras sus hijos sufren. ¿Dónde está Él en las tragedias, los desastres naturales y las enfermedades?

La Palabra de Dios es el único lugar donde podemos encontrar la respuesta verdadera. Aun así, la lectura de hoy puede ser difícil de entender o aceptar. Uno puede leer la exhortación de Santiago, de que debemos estar gozosos ante las pruebas, pero pensamos: ¡Eso es imposible! Las dificultades y el gozo no parecen ir de la mano, es decir, a menos que entendamos la perspectiva de Dios en cuanto a la vida.

Cuando Santiago hablaba de gozo, no se refería a un sentimiento de alegría y frivolidad. Estaba hablando de un sentir interior de calma, paz y confianza en el Señor. No estaba diciendo que debemos sentirnos felices por nuestras pruebas, sino saber que en medio de ellas Dios está haciendo algo bueno. Nuestra actitud durante la lucha determinará cómo seremos después de que termine la prueba.

Cuando nuestra fe es probada, el resultado es paciencia; estar conscientes de esto nos da esperanza y fortaleza. Además, la Biblia promete que Dios usará las pruebas para nuestro bien, por lo que no es necesario que tengamos temor o ansiedad.

El deseo de Dios es bendecirnos, no destruirnos. La adversidad puede hacer que alguien se sienta víctima, pero, como seguidores de Cristo, ¡podemos elegir ser vencedores!

Sunday, January 15, 2017

Una lección del pasado | Dr. Charles Stanley | 12/14/17

En 1991 prediqué un sermón en el que comparé la situación por la que atravesaba la iglesia con la del pueblo de Israel antes de entrar a la Tierra Prometida. Necesitábamos un templo más grande y con este propósito adquirimos un terreno para la nueva construcción. Teníamos que completar dos objetivos en menos de tres años: Recaudar los fondos necesarios para la construcción y garantizar la culminación del templo para la fecha prevista.

Lo que le dije a la congregación ese día también se aplica a la vida de cada individuo. Dios nos ha dado la Gran Comisión de hacer discípulos a todas las naciones (Mt 28.19). Y sabemos que nos da diferentes oportunidades para que podamos cumplir con este mandato. Dios nunca abrirá una puerta si no desea que entremos por ella; así que cuando nos quedamos parados en el umbral estamos desobedeciéndole. Hay momentos en que lo que vemos al otro lado de esa puerta nos asusta; pero si el Señor nos ordena avanzar, no debemos quedarnos parados. Dios nos va a equipar y a guiar apropiadamente para que podamos realizar nuestra misión.

Esto me lleva de vuelta a la historia del comienzo. Dios proveyó cada centavo que necesitábamos para hacer esta construcción sin que tuviéramos que solicitar ningún préstamo al banco. El edificio fue terminado a tiempo, y desde ese día lo hemos usado para extender el evangelio al resto del mundo. ¿Nos hemos quedado parados en el umbral de la puerta, porque estamos demasiados asustados para continuar avanzando? Demos un paso de fe, aprovechemos cada oportunidad que el Señor nos dé. No importa los obstáculos que tengamos que enfrentar, Él siempre nos protegerá.

Friday, January 13, 2017

Cuando Dios no sana | Dr. Charles Stanley | 1/13/16

Si Dios es todopoderoso, ¿por qué vemos tan pocas sanidades milagrosas? Hay muchas razones para esto. A veces, porque no le pedimos. En otras ocasiones, podemos pedir, pero con la motivación incorrecta o con falta de fe. Sin embargo, también existe la razón que no nos gusta escuchar: que Él decide no sanarnos.

Desconfíe de la teología que promete sanidad a cualquiera que la pida. Esto no es bíblico. El problema no es la incapacidad; Dios puede curar a cualquier persona. Y tenga cuidado si alguien afirma que la enfermedad persistente es el resultado del pecado. Puede que esto sea cierto, pero a menudo nuestro Padre celestial, por su gran amor y su sabiduría insondable, permite que nuestra enfermedad se mantenga.

Pensemos en Pablo; le rogó al Señor tres veces que le quitara su aguijón (2 Co 12.7, 8), pero Dios no se lo quitó. Podemos aprender de la respuesta del apóstol: no cuestionó la autoridad de Dios ni se quejó. Más bien, al reconocer que el poder de Dios se mostraría en su debilidad, Pablo confió en Dios.

Nosotros, también, podemos creer que Dios hará que todas las cosas obren para el bien en la vida de sus hijos (Ro 8.28). De hecho, el crecimiento del carácter se produce usualmente en tiempos de sufrimiento, pérdidas o dolor. Aunque la adversidad no es cómoda, podemos sentir esperanza y gozo en lo que nuestro Padre está haciendo por medio de los momentos dolorosos.

En definitiva, Dios trae gloria a sí mismo y bien a sus hijos. Como sucede con la plata y el oro, las impurezas son quitadas de nuestros corazones en el horno de fuego de las luchas de la vida. Por tanto, confíe en el plan de Dios, y descanse en su amor.

Thursday, January 12, 2017

Ayuda para nuestra sanidad | Dr. Charles Stanley | 1/12/16

Dios se interesa por nuestro bienestar físico. Después de todo, Él creó nuestros cuerpos como templo para su Espíritu. Y aunque Él puede curar la enfermedad, su intención original no fue que su creación perfecta experimentara enfermedades.

Pero en este mundo pecaminoso, las decisiones contrarias a lo establecido por Dios llevan, a veces, a enfermedades (Jn 5.14). Por tanto, cuando somos afligidos por alguna dolencia, es sabio pedir a Dios que examine nuestro corazón y nos revele cualquier cosa que Él quiera que sepamos (Sal 139.23, 24). Ya que el pecado puede actuar como un bloqueo a la oración (Sal 66.18), confesar cualquier pecado conocido es también una buena idea.

La mayoría de las veces, sin embargo, los problemas de salud son solo parte de nuestra condición humana, un síntoma de la condición caída de la humanidad, en vez de la evidencia de un pecado personal.

Ciertas situaciones, por supuesto, requieren atención médica inmediata, pero incluso en una crisis, nuestro Padre quiere que seamos conscientes de su presencia y que nos mantengamos en comunicación con Él (1 Ts 5.17). Cultivar un estilo de vida de oración, antes de que ocurra una emergencia, es la mejor manera de prepararse para lo inesperado.

Las instrucciones de la Biblia incluyen también orar unos por otros, y llamar a los ancianos de la iglesia para que vengan a orar y ungir con aceite, en el nombre de Jesús, a la persona enferma (Stg 5.14).

Dios tiene el poder para curar aun la enfermedad más mortal, pero a veces decide permitir que ella no desaparezca. Cuando pidamos al Señor que restaure nuestra salud, oremos con fe en su capacidad y confianza en su voluntad.

Wednesday, January 11, 2017

¿Por qué caemos? | Dr. Charles Stanley | 1/11/16

Si usted no se ocupa de sus debilidades, ellas le destruirán. Las vulnerabilidades pueden acercarle más a Dios o volverle ciego a su amor. José y Sansón enfrentaron tentaciones semejantes, pero reaccionaron de maneras muy diferentes. Día tras día, la esposa de Potifar trató de seducir a José, pero él rechazó sus proposiciones (Gn 39.7-9). Sansón, en cambio, cedió voluntariamente ante Dalila (Jue 16.15, 16).

Sansón fue consagrado a Dios, y el Espíritu Santo se movía en su vida (Jue 13.24, 25). No obstante, eligió la senda de la intemperancia. Por ser demasiado orgulloso para reconocer su debilidad, vivió negándose a ver la realidad, lo que lo llevó a una falta de disciplina y dejó la puerta abierta a Satanás. Debido a que justificó su debilidad, ésta creció y pronto comenzó a dominar su vida. Al escuchar las mentiras del diablo y a gente impía, cambió la bendición de Dios y su fuerza sobrenatural por el placer sexual irresponsable. Al final, ¿qué obtuvo? Absolutamente nada.

Si se le da la más mínima oportunidad, el pecado se infiltrará en su vida y lo afectará todo, incluso su fe, su trabajo y sus relaciones. Tal vez usted esté pensando que no tiene ninguna debilidad con el potencial de destruir su vida; eso es porque Satanás ya le ha cegado a la realidad espiritual que le rodea.

Usted tiene la opción de hacer frente a la tentación como lo hizo José, o como Sansón. En momentos de debilidad, ¿depende de Dios, le obedece y le pide fuerzas para vencer? ¿O inventa excusas y se aparta de su dirección? ¡Qué diferente habría sido la vida de Sansón si hubiera elegido una respuesta mejor

Tuesday, January 10, 2017

Debilidad sin control | Dr. Charles Stanley | 1/10/16

El libro de los Jueces habla de un hombre llamado Sansón, que era tan fuerte que podía matar a un león con sus manos (Jueces 14.5, 6). Tenía una fuerza física como ningún otro ser humano. Pero esto no pudo compensar su debilidad interior.

Todos tenemos puntos débiles. Dios quiere que estos defectos del carácter nos muestren lo dependientes que somos de Él. Cuando los manejamos bien, nos llevan a tener una relación más profunda con el Señor, pero cuando no, hacen estragos en nuestra vida.

La debilidad de Sansón era su incontrolable sensualidad. Aunque había sido criado en un hogar consagrado al Señor y tenía un claro llamamiento, cedió a sus deseos y violó la verdad que conocía muy bien. A pesar de que las leyes nazareas prohibían las relaciones con mujeres extranjeras, Sansón se fue tras una ramera de Gaza (Jueces 16.1). Después, conoció a una mujer llamada Dalila, y aunque la motivación de ésta era claramente desleal, él se entregó de corazón, mente y espíritu a la indulgencia sexual. Fue tal su esclavitud al pecado que al final permitió que ella le dictara sus acciones, aun a costa de su propia vida.

Antes de morir, Sansón lo perdió todo: sus fuerzas, su vista y su dignidad. El hombre que una vez lideró poderosamente a su nación, se convirtió en un esclavo de sus enemigos (Jueces 16.18-25).

¿Cuál es su debilidad? ¿Es la sensualidad, la inseguridad, el temor, la codicia, el chisme, o el orgullo? Los defectos de personalidad pueden servir para bien o para mal, dependiendo de nuestra reacción. La propensión al pecado puede arruinar su vida —como pasó con Sansón— o llevarle a una total dependencia de Dios. El resultado dependerá de usted.

Saturday, January 7, 2017

Para quitar las montañas Dr. Charles Stanley | 1/7/16

Los obstáculos del tamaño de una montaña son parte de vivir en un mundo caído. Vienen en todas las formas: problemas económicos, conflictos personales, quebrantos de salud, etc. Jesús dijo que tendríamos problemas en esta vida; eso es inevitable. Sin embargo, hay esperanza, porque Él ha vencido al mundo (Jn 16.33).

Cuando nuestros problemas parezcan aplastantes, Jesús nos dice que tengamos fe en Dios, y que oremos. El pasaje de hoy es muy especial, porque parece ser una promesa genérica para todo lo que queramos; Marcos 11.24 suena como si lo único que tenemos que hacer es recibir lo que pidamos, sea lo que sea. Pero este versículo no puede entenderse con independencia del resto de la Biblia. Consideremos, entonces, dos requisitos para esta promesa.

Dios se ha comprometido a eliminar únicamente aquello que obstaculice su voluntad. Jesús es nuestro ejemplo fundamental de esta verdad. Cuando se enfrentó a la posibilidad de morir en una cruz para llevar el pecado de toda la humanidad, ello pudo haberle parecido una montaña que había que quitar, pero sus oraciones se rigieron por estas palabras: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22.42).

Debemos también asegurarnos de que no seamos el obstáculo en el plan de Dios. El Señor Jesús señala en Marcos 11.25, 26 que un espíritu no perdonador rompe nuestra comunión con Dios, lo cual obstaculiza nuestras oraciones.

Nuestra primera reacción ante un obstáculo debe ser preguntarle al Señor: “¿Hay pecado en mi vida? ¿Mis peticiones armonizan con tu voluntad?”. Solo entonces podremos pedirle con confianza que quite nuestras montañas.