Hechos 2.14-42
El primer sermón de Pedro puede relatarse en menos de tres minutos. Compartir el evangelio no necesita ser largo o complicado. El mensaje de Pedro contiene una fórmula que podemos usar:
Preparación. El discípulo se basó fuertemente en las Sagradas Escrituras para argumentar a favor de Cristo. Pero Pedro sabía que había otro elemento importante: después de haber recibido el poder para proclamar el evangelio en diversas lenguas, debió de haberse dado cuenta de la importancia del Espíritu Santo. No importa lo convincente que pueda ser el mensaje de una persona, es solo el Espíritu Santo quien puede abrir las mentes y los corazones incrédulos.
Los atributos y el propósito del Salvador. Pedro identificó a Jesús como el Hijo de Dios. Citó las “maravillas, prodigios y señales” que certificaban que Él era el Mesías prometido (Hechos 2.22). Luego el discípulo hizo clara la misión de Jesús en la Tierra: morir por los pecados de la humanidad.
Una invitación personal. Pedro no tuvo temor de condenar a su auditorio. A “Éste… ustedes lo mataron, clavándolo en la cruz”, dijo (Hechos 2.23 NVI). El nuevo predicador se aseguró de que los oyentes conocieran su responsabilidad en la muerte del Mesías, pero también les dio la maravillosa noticia de que Cristo estaba vivo. Los que creyeron fueron invitados a arrepentirse y a ser bautizados en el nombre de Jesús. Ningún mensaje del evangelio está completo sin decir a las personas cómo pueden ser salvas.
Testificar a los demás puede ser intimidante. Pero si usted es fiel y está preparado, compartir su fe valdrá la pena, no importa cuál sea el resultado.
Biblia en un año: 2 Corintios 9-13
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