Una fuerte motivación para una vida recta es la cruz de Cristo y lo que ella representa.
Leer | 1 Pedro 1.15-21
5 de noviembre de 2014
Los hijos de Dios estamos llamados a vivir en reverencia a Él. Una fuerte motivación para una vida recta es la cruz de Cristo y lo que ella representa.
Primero, la cruz es un recordatorio de nuestra condición original por causa del pecado. Segundo, apunta a nuestra necesidad de un Salvador. La justicia divina decreta que la paga del pecado es la muerte (Ro 6.23). Pero el único pago aceptable es un sacrificio de sangre de una vida perfecta (Lv 17.11; Dt 17.1). Puesto que todos somos culpables, no podemos pagar por nuestros propios pecados. Tercero, fue en la cruz que Jesús tomó nuestro lugar y sufrió la ira de Dios para que pudiéramos ser perdonados. Cuarto, la crucifixión marca el momento en que la justicia de Dios fue satisfecha y Él demostró su misericordia. Por último, señala la manera de reconciliarse con el Padre y ser adoptados en su familia. Solo por la fe en Jesucristo podemos ser salvos (Jn 14. 6).
Lamentablemente, muchos han olvidado el requisito de Dios en cuanto a la santidad (v. 15). En vez de acatar sus normas en cuanto a comportamiento y actitud, tienden a adoptar valores mundanos que les resultan más convenientes. Después, el placer y las riquezas materiales, tienden a reemplazar a la obediencia y al servicio humilde. Tales cosas son estimuladas por la sociedad, que tiene poco temor de Dios y que, por lo general, ignora sus advertencias y sus mandamientos.
Para contrarrestar la influencia de la sociedad, mantenga el significado de la cruz frente a usted. Entonces se sentirá motivado a buscar la santidad, en honor de Aquel que dio su vida para salvarle.
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