Wednesday, November 19, 2014

LA CONSECUENCIA DE LA IMPACIENCIA | Dr. Charles Stanley

Siempre es mejor esperar que Él nos diga cuándo podemos seguir adelante.

Leer | Lucas 15.11-19

19 de noviembre de 2014

Enviamos un mensaje fuerte y negativo al Señor cuando somos impacientes: “No tengo confianza en tu tiempo; el mío es mejor”.

A veces, llegamos a una bifurcación en el camino de la vida, y tenemos que decidir si estamos dispuestos a esperar la dirección de Dios. Es importantísimo que le obedezcamos y que seamos pacientes con su plan. Pensemos en el ejemplo negativo del hijo pródigo, quien derrochó su herencia y luego enfrentó varias consecuencias:

1. Causó dolor a su familia. Muchas veces, nuestra impaciencia hiere a quienes amamos.

2. Se separó de su familia. Cuando nos adelantamos a Dios, también huimos, con frecuencia, de las voces de la razón y de la sabiduría de las personas que son parte de nuestra vida.

3. Enfrentó la pobreza. Nos arriesgamos a perder mucho cuando ignoramos el tiempo del Señor, porque Él nos bendice cuando somos obedientes.

4. Se sintió indigno. No podemos experimentar la comunión con Dios cuando la impaciencia nos mantiene fuera de su voluntad.

Sabemos que, al final de la historia, el hijo pródigo es recibido con gozo por su padre quien le prodiga amor y atención a este hijo, y le devuelve su lugar en la familia. Pero, aunque es perdonado, los resultados de su impaciencia no son borrados del todo, pues no recupera la riqueza que perdió. No siempre es posible borrar nuestros errores después de que nos hemos adelantado a Dios. Siempre es mejor esperar que Él nos diga cuándo podemos seguir adelante.

 

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