Piense en una circunstancia de su vida que le gustaría cambiar si pudiera.
Leer | Romanos 8.28-39
30 de junio de 2015
Piense en una circunstancia de su vida que le gustaría cambiar si pudiera. ¿Se siente frustrado? ¿Preocupado? ¿Enojado? Para experimentar la libertad que proviene del contentamiento —ya sea una dificultad o un deseo insatisfecho— tiene que aceptar la situación como si ha sido permitida por Dios, aunque Él no la haya causado.
En estas situaciones, mi oración normalmente es: “Señor, elijo aceptar esto como si viniera de ti. No importa lo que vea, elijo mirarte a ti”. Entonces puedo descansar en su omnipotencia y en el conocimiento de que soy hijo del Dios vivo. En vez de sentirme como víctima de mi circunstancia, indefenso y sin esperanza, sé que estoy siendo cuidado y guiado por mi Padre celestial soberano en todo lo que pueda venir.
La segunda decisión crucial es el sometimiento total. Esto no significa acercarse a Dios hipócritamente, y decirle: “¡Bueno, Señor, solo quiero darte las gracias por esto! Todo es tan dulce, Jesús”. No, no lo es. Sea sincero y dígale: “Esto es doloroso, y no me gusta. Pero elijo someterme a ti porque eres misericordioso y digno de confianza. Estoy dispuesto a perseverar hasta que logres en mí lo que quieras. Elijo depender de tu poder para todo lo que necesite”. Si usted toma esta decisión y se ciñe a ella, sus temores perderán su poder.
Decida creer en Romanos 8.28. Si lo hace, podrá encomendarse al Señor sabiendo que Él quiere lo mejor para usted, que le cuidará y nunca se apartará de su lado. Si acepta estas verdades, no tendrá razón para temer.