Dios no puede ser engañado por la obediencia que surja de un corazón endurecido.
Leer | Jonás 4
26 de junio de 2015
Lo que la mayoría de las personas saben acerca de Jonás, es que fue tragado por un gran pez al tratar de huir de Dios. Pero en el vientre del animal se comprometió a obedecer la voluntad del Señor.
Después que el profeta obedeció, hubo un inesperado giro de los acontecimientos. Atravesó la ciudad, alertando a la gente sobre la ira divina —y las personas de Nínive se apartaron del pecado. La respuesta de los ninivitas debía haber dejado encantado a Jonás. Pero en vez de eso, se lamentó de que se arrepintieran y de que Dios tuviera misericordia de ellos, ya que Nínive e Israel eran enemigos desde hacía mucho tiempo. De hecho, dijo con enojo que había huido a Tarsis precisamente para evitar tal escenario de arrepentimiento y perdón.
Jonás se disgustó porque su corazón estaba tan duro como cuando había huido a Tarsis. Al estar atrapado dentro del pez, cambió de opinión y decidió obedecer la orden del Señor. Expresó su voluntad de hacer todo lo que Dios quisiera, pero en su corazón todavía deseaba la destrucción de los ninivitas. A pesar de haber hecho lo correcto, su resentimiento era evidente.
Dios no puede ser engañado por la obediencia que surja de un corazón endurecido. Aunque obedecerle con un espíritu renuente pueda lograr el propósito de Dios, también puede hacernos perder el gozo de nuestra recompensa. Tal vez el Señor le ha llamado a usted a servirle en algo que le resulta difícil; de manera que ore pidiendo un corazón dócil para obedecerle. Encontrará paz y bendición al hacer el trabajo, si obedece al Señor sin vacilar.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.