Algunos cristianos no entienden el regalo de la salvación. No se les da, como piensan algunos, para que tengan una vida feliz y “color de rosa”(de hecho, pasajes como Santiago 1.2-4 afirman que debemos esperar tener problemas en esta vida).
Sin embargo, nuestro Padre celestial tiene muchas otras razones para querer redimirnos. Además de expresar su gran amor por nosotros, quiere ser glorificado por medio de la vida de sus hijos. Esto sucede cuando sus seguidores se vuelven cada vez más semejantes a la imagen de su Hijo (Ro 8.29), hacen discípulos en todas las naciones (Mt 28.19), y realizan las buenas obras para las cuales les creó.
Efesios 2.10 afirma: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. El Padre celestial nos bendice a cada uno con capacidades y circunstancias que nos permiten hacer su obra; Él planeó todo esto, aun antes que naciéramos. Además, cuando somos salvos, nos da dones espirituales que se adaptan perfectamente a su propósito para nuestra vida.
El Señor quiere que descubramos nuestros talentos y dones espirituales para que podamos utilizarlos para su gloria. Esta es la única manera de encontrar gozo y satisfacción verdaderos en este mundo.
¿Está usted sirviendo a Cristo mediante los dones que ha recibido? Si necesita orientación para descubrirlos, puede recibirla respondiendo un cuestionario de dones espirituales. Averigüe si hay alguno en su iglesia, o consiga por la Internet un cuestionario electrónico.
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