Hemos visto cuáles son las creencias fundamentales del cristianismo. Concentrémonos ahora en los otros aspectos de la fe. El conocimiento de quién es Jesús y de lo que hizo debe estar acompañado por la fe de que los hechos son ciertos y que se aplican a nosotros. Debemos comenzar por entender que hemos violado la ley de Dios, y eso nos hace pecadores. Todos hemos nacido con una naturaleza que se rebela contra el Señor. Segundo, reconocer que ninguno de nuestros esfuerzos puede hacernos merecedores de su perdón. Tercero, aceptar que Jesús murió por nosotros; Él pagó por todos nuestros pecados, no importa lo terribles que sean a los ojos del mundo.
Cuarto, entender que la muerte de Jesús fue el pago por nuestros pecados y que no se necesita nada más. Debemos aceptar que Él pagó nuestra condena y que sufrió la ira de Dios en nuestro lugar. Por último, aceptar por fe que hemos sido adoptados en la familia de Dios por la muerte expiatoria de Jesús. La invitación es para toda la humanidad, pero no todo el mundo tiene convicción verdadera. Muchos ven estos hechos como “información”, no como verdades transformadoras.
Una vez que estamos convencidos de que Jesús es nuestro Salvador, la fe se demuestra por medio de la acción. Como nuevas criaturas, ya no somos lo que éramos antes; ahora podemos tener valores y prioridades diferentes (2 Co 5.17). Jesús, nuestro Señor, tiene autoridad sobre nuestra vida, y solo Él merece ser nuestra prioridad absoluta. Él sabe qué le agrada al Padre y envió a su Espíritu para vivir en nosotros y para enseñarnos.
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