El apóstol Pablo le dijo al carcelero de Filipos: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hch 16.31). El carcelero y su familia tuvieron fe para ser salvos: aceptaron la invitación y se unieron a la familia de Dios.
La fe salvadora tiene tres elementos: conocimiento, convicción y fe. Hoy veremos el componente del conocimiento. Para creer en Jesús como nuestro Salvador, tenemos que saber quién es Él, lo que hizo y por qué fue necesario que lo hiciera.
¿Quién es Jesús? Él es la deidad —Dios Hijo. Por petición de Dios Padre, Jesús dejó de lado sus derechos divinos, tomó forma humana y vivió en la Tierra (Fil 2.6, 7).
¿Qué hizo? Jesús vivió una vida perfecta, lo que lo calificó para ser nuestro sustituto y sufrir el castigo por nuestros pecados. Su muerte en la cruz hizo posible para nosotros obtener perdón y experimentar paz con Dios.
¿Por qué fue necesaria su muerte? Porque no podíamos salvarnos a nosotros mismos; todas nuestras “buenas obras” están manchadas por nuestra naturaleza pecaminosa. Cuando aceptamos la obra expiatoria de Cristo, pasamos de ser enemigos de Dios, a miembros de su familia.
Cuando fui salvo a los 12 años, comprendía solamente los aspectos más sencillos de estas verdades. Sabía que era un pecador que necesitaba del perdón de Dios, y que solo Jesús podía salvarme. Lo que importaba era que había creído de verdad, y el Señor me salvó.
El conocimiento sin convicción y sin fe no salva. Hasta los demonios saben que Jesús es el Hijo de Dios (Lc 4.41). ¿Cree usted que lo que sabe es verdad?
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