Friday, September 29, 2017

Un compañero para la rendición de cuentas| Dr. Charles Stanley | 9/29/17

Gálatas 6.1-10

Un amigo al que rindamos cuentas es capaz de percibir lo que nosotros no podemos ver cuando las debilidades nos bloqueen la visión. Esa persona sirve como un instrumento en las manos de Dios para apuntalar nuestro crecimiento espiritual y velar por lo que sea mejor para nosotros. Al elegir a este tipo de confidente, busque que reúna las siguientes características:

1. Temeroso de Dios. Una persona que ande en el Espíritu ofrecerá la sabiduría verdadera basada en principios bíblicos, más que en una opinión personal.

2. Fiable. Independientemente de lo que usted comparta con esa persona, debe estar seguro de que ella mantendrá todo en la más estricta confidencialidad.

3. Acogedor. Debe permitirle seguir siendo usted mismo, con sus flaquezas y todo, y no tratar de rehacerle en alguien “perfecto”.

4. Valeroso. Un buen compañero para la rendición de cuentas le confrontará con la verdad de manera amable, aun cuando duela (Ef 4.15).

5. Perdonador. La confianza se crea cuando se perdonan los errores.

6. Edificador. No escoja a alguien que tenga una actitud excesivamente crítica que le hará sentirse indigno. El amor edifica y construye (Ef 4.29). Nunca destruye.

7. Alentador. Elija a alguien que se regocije con usted mientras le anima.

Todos necesitamos de alguien que sea capaz de decir lo que debemos escuchar sin hacernos sentir amenazados. La rendición de cuentas ofrece controles que promueven el crecimiento espiritual y nos protegen de peligros. Si usted no tiene todavía un creyente confidente, pídale a Dios hoy que le dé a esa persona.

Thursday, September 28, 2017

El cuidado de nuestra conciencia | Dr. Charles Stanley | 9/29/17

1 Corintios 8.9-12

¿Cómo toma usted sus decisiones? ¿Piensa ante todo en sus propios intereses? ¿O considera cómo afectarán sus acciones las convicciones y las vidas de otros? Desde el momento en que tuvimos fe, todos hemos tenido que disciplinar nuestra conciencia para que se fortalezca. También es importante usar el discernimiento para que podamos evitar herir a un creyente más débil.

Algunos cristianos nunca se detienen a pensar que sus decisiones pueden dañar o destruir la fe de otra persona. Justifican su comportamiento diciendo que Dios no los culpa por ello. Aunque no se entregan necesariamente a actos pecaminosos, sus defensas espirituales han crecido lo suficiente como para permitirles hacer cosas que no habrían hecho en las primeras etapas de su andar espiritual. Pero estos creyentes no comprenden que los nuevos creyentes están observando cómo viven su fe. Cuando los “más débiles” siguen el ejemplo que ven, la nave de su fe puede naufragar por una conciencia perturbada o confundida, en vez de fortalecida.

Pablo culpa al cristiano “más fuerte” por estos naufragios. Dice que somos responsables no solo por nuestras acciones, sino también por el efecto de esas acciones. Al final, debemos preocuparnos más por el “hermano por quien Cristo murió”, que por nuestras necesidades o deseos (1 Co 8.11).

Puesto que nuestra fe está a la vista de todo el mundo, Dios promete recompensas, pero insiste en la responsabilidad. Una de las recompensas es la libertad de la condenación. Pero esa libertad no significa licencia para hacer lo que nos plazca sin considerar a quienes nos observan. Por medio del Espíritu Santo, debemos discernir el bien mayor y actuar conforme al mismo.

Wednesday, September 27, 2017

La combinación de fe y conducta | Dr. Charles Stanley | 9/27/17

Hechos 24.14-16

Si entendemos que somos pecadores salvados por gracia, podemos encontrarnos luchando con la idea de una “conciencia irreprensible” (Hch 24.16). Después de todo, conocemos nuestros corazones y motivaciones. Sin embargo, el apóstol Pablo encontró una manera de asegurarse de que su conciencia lo aprobara en vez de condenarlo. ¿Cuál era su secreto? Prestaba atención a su fe y a su conducta.

En el pasaje de hoy, Pablo presentó su caso ante el gobernador romano Félix, mostrando la coherencia de su fe y de su conducta como evidencias de inocencia. Sus acciones estaban determinadas por sus convicciones —es decir, que él servía al Dios de sus padres, y Dios resucitaría a los muertos para ser juzgados. Juntas, estas dos firmes creencias lo ayudaban a mantener una conciencia tranquila.

Como discípulo de Cristo, Pablo sabía que nuestras acciones fluyen de lo que somos en el interior. En el Sermón del monte, Jesús describió las condiciones del corazón, y lo ilustró con aplicaciones prácticas. Estaba diciendo que sus seguidores serían “la luz del mundo” por sus obras, pero las obras comienzan en el corazón (Mt 5.14-16; Lc 6.45).

Con frecuencia, los cristianos nos centramos en hacer las cosas correctas, en vez de centrarnos en las convicciones subyacentes que impulsan esa conducta. Podemos dar, servir o actuar “bien” de alguna otra manera, pero a menos que prestemos atención a las convicciones que motivan nuestras acciones, podemos terminar con una conciencia impura. Pero si nos sometemos a Dios y permitimos que Él nos transforme, entonces nuestra conciencia y nuestro testimonio serán fuertes y claros.

Tuesday, September 26, 2017

¿Qué es el sentimiento de culpa? | Dr. Charles Stanley | 9/26/17

Romanos 5.6-11

El sentimiento de culpa es algo con el cual estamos todos familiarizados. Los cristianos llevan esos sentimientos como una medalla de honor en un esfuerzo equivocado por demostrar humildad. Pero este es un trágico error que envenena a la iglesia y les roba el gozo de Cristo a los creyentes. Necesitamos hacernos la pregunta: “¿Qué es la culpa?”.

La palabra no es muy frecuente en las traducciones de la Biblia, y cuando aparece, muchas veces es mal aplicada. En el contexto del mundo, la palabra “culpa” significa experimentar sentimientos de remordimiento, depresión o rechazo por algo que ocurrió en el pasado. Pero, hablando bíblicamente, la “culpa” se usa solo para indicar responsabilidad. La palabra nunca está asociada con sentimientos de vergüenza o de rechazo, sino que es más bien un término legal, como cuando un tribunal encuentra “culpable” a un acusado.

¿Qué significa esto para el creyente? Bien, ya debiéramos saber que hemos sido encontrados culpables; todos tenemos una enorme deuda de pecado que no podíamos pagar. Pero Jesucristo tomó sobre sí esa culpa en la cruz, y pagó la deuda en su totalidad. Y si Cristo ya ha pagado nuestra deuda y nos ha liberado de responsabilidad, ya no somos culpables. Hemos sido juzgados y perdonados.

La Biblia nunca nos dice que escondamos el gozo de nuestra salvación bajo una sofocante frazada de culpa. Más bien, somos llamados a regocijarnos en la gloriosa salvación que el sacrificio de Cristo hizo posible. Por esta razón podemos proclamar con orgullo: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn 8.36). Deje que Él lo haga, y sea libre hoy.

Wednesday, September 20, 2017

El testimonio del sufrimiento Dr. Charles Stanley | 9/20/17

1 Pedro 3.13-18

A todos nos gustaría dar testimonio de Cristo. Si exhibimos su justicia, amor, paciencia y alegría al tratar a los demás, es lógico pensar que serán atraídos por Jesús. Sin embargo, mientras que esto es cierto para algunos, muchos tienen una reacción opuesta.

El Señor llamó a los creyentes la luz del mundo, y dijo que debemos dejar que nuestra luz brille para que otros vean nuestras buenas acciones y glorifiquen a Dios (Mt 5.14-16). Pero también dijo: “Todo el que hace lo malo aborrece la luz” porque revela su pecado (Jn 3.20 NVI). Luego, el Señor Jesús advirtió que si los hombres lo perseguían a Él, también perseguirían a sus discípulos (Jn 15.20).

La historia ha demostrado que las palabras de Cristo son verdaderas. Fue odiado y crucificado, todos sus discípulos, excepto Juan, sufrieron el martirio, y a lo largo de la historia los cristianos han sido perseguidos en numerosos lugares alrededor del mundo.

Aunque la conducta de los creyentes y la predicación del evangelio no siempre ganan a los perdidos, muchos se han convertido al ver cómo han sufrido los cristianos. El libro de los mártires de Foxe habla de los creyentes que ofrendaron voluntariamente sus vidas —incluso cantando, orando y alabando a Dios mientras enfrentaban muertes espantosas. En algunas partes del mundo hoy, los creyentes siguen siendo testigos fieles de Cristo con su manera de responder a la persecución y al sufrimiento.

Aunque la mayoría de nosotros no estamos enfrentando un odio intenso, nuestra vida puede ser motivo de irritación para quienes viven en las tinieblas. Cuando enfrentamos calumnias, burlas o maltratos por nuestra fe, recordemos que una respuesta piadosa puede ser nuestro testimonio más efectivo.

Tuesday, September 19, 2017

Cómo utilizar la Biblia | Dr. Charles Stanley | 9/19/17

Salmo 1.1-3

El valor que demos a algo determinará el trato que le dispensaremos. Por ejemplo, es posible que usted no se interese mucho por una vieja caja de zapatos. Pero si alguien pone diez mil dólares en ella antes de dársela, probablemente usted se asegurará de que esté bien protegida contra cualquier daño o robo.

Asimismo, al darnos cuenta del valor de la Biblia, ya no la leeremos por obligación; sentiremos anhelo por su revelación y por su poder transformador.

Veamos ahora, de qué manera nos instruye Dios para leer su “manual de instrucción para la vida”. Primero, acuda a la Biblia cada día con fervor por saber lo que el Señor le dirá. Segundo, medite en la Palabra, pensando en lo que ha leído, para asimilar su significado y sus implicaciones. Tercero, estudie la verdad de Dios. Hay varias maneras de hacerlo, por ejemplo, sígale la pista a una palabra específica en todo el Antiguo y Nuevo Testamentos utilizando una concordancia. O estudie todo un libro analizando minuciosamente un capítulo a la vez. Cuarto, crea lo que el Señor le dice. Quinto, obedezca. En otras palabras, aplique lo leído a su situación particular. Esto requiere normalmente valentía y disciplina. Sexto, comparta lo que ha aprendido. Esto alentará a otros, y al mismo tiempo le fortalecerá a usted y penetrará más profundamente en su corazón.

Para algunos, la Biblia puede parecer un libro más. Pero es su verdad vivificante la que puede proteger, guiar, mover y alentar. En ninguna otra parte encontramos cómo ser salvos para poder morar finalmente con el Señor en el cielo. Si entendemos el valor de la Biblia, nuestra interacción con la Palabra de Dios mostrará lo mucho que ella vale.

Friday, September 15, 2017

LOS LLAMADOS DE DIOS | Pastor John MacArthur | | 9/15/17

Romanos 8:28

Las epístolas del Nuevo Testamento emplean los términos llamados y llamamiento respecto a la obra soberana y regeneradora de Dios en el corazón de un creyente que lo lleva a la vida nueva en Cristo. Todos los llamados de Dios son escogidos y redimidos por Él y finalmente glorificados. Sin duda los ha predestinado a que sean sus hijos y a que sean conformados a la imagen de su Hijo.
Aunque la fe humana es esencial si hemos de estar entre los llamados, es aun más esencial que Dios inicie nuestro llamamiento a la salvación. La elección de Dios no solo precede a la elección del hombre, sino que hace posible y eficaz la elección del hombre. “Ninguno puede venir a mí [Cristo], si no le fuere dado del Padre” (Jn. 6:65).
En primer lugar, el llamado de Dios para los redimidos es de una vez por todas. En segundo lugar, ese llamado continúa hasta que el cristiano sea finalmente glorificado. Eso debe emocionarnos y animarnos a imitar la resolución de Pablo de proseguir “a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:14).

Thursday, September 14, 2017

CARACTERÍSTICAS DEL AMOR A DIOS | Pastor John MacArthur | 9/14/17

Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más.  Filipenses 1:9

El verdadero amor a Dios tiene muchas ca­racterísticas. He aquí una lista de las más importantes:

Desea la comunión personal con Dios (Sal. 42:1-2; 73:25)

Confía en que el poder de Dios proteja a los suyos (Sal. 31:23)

Se caracteriza por la paz que solo Dios puede dar (Sal. 119:165; Jn.14:27)

Es sensible a la voluntad de Dios y a su honra (Sal. 69:9)

Ama a las personas que Dios ama (1 Jn. 4:7-8, 20-21)

Aborrece lo que Dios aborrece (1 Jn. 2:15)
Espera la segunda venida de Cristo (2 Ti. 4:8)

Por último, y lo más importante, se caracteriza por la obediencia a Dios (Jn. 14:21; 1 Jn. 5:1-2).

Podemos amar a Dios y manifestar esas características solo porque El nos amó a nosotros primero (1 Jn. 4:7, 10,19).

¿Ama usted a Dios?

Wednesday, September 13, 2017

La estrategia de Satanás | Dr. Charles Stanley | 9/13/17

Lucas 22:31-34, 54-62

Todos transitamos por el valle del fracaso.  La pregunta es: ¿Cómo responderemos? Muchas personas se rinden y cambian una vida de servicio en el reino de Dios por una vida de derrota. Pero el fracaso no tiene por qué ser el final. Es una oportunidad de comenzar una nueva vida en el poder de Cristo.

A Pedro le cambió la vida un fracaso. Jesús le advirtió que Satanás le había pedido permiso para “zarandear” al discípulo como al trigo (Lc 22.31); para separar el grano de la paja hay que sacudirlo fuerte. El enemigo quería sacudir la fe de Pedro con la esperanza de que se desprendiera de Jesús, como la paja.

Pedro creía fervientemente la promesa que había hecho a Jesús. “Aunque todos te abandonen, yo no” (Mr 14.29 NVI). Pero Satanás sabe unas cuantas cosas sobre el poder del temor. Es más, sabía que el discípulo quedaría herido por su deslealtad. Un hombre con su orgullo destrozado no puede evitar dudar de su utilidad.

Cuando Satanás nos zarandea, tiene como objetivo causar daño a nuestra fe para volvernos inútiles para el Señor. Quiere que nos aislemos de la acción en favor del reino de Dios. Por tanto, ataca nuestros puntos fuertes, las áreas donde nos creemos invencibles, o al menos muy bien protegidos. Y cuando el diablo tiene éxito, nos sentimos decepcionados y desmoralizados. Pero no tenemos que quedarnos así.

Pedro renunció a su orgullo y se vistió con el poder del Espíritu Santo. A partir de entonces, se arriesgó a la humillación, a la persecución y a la muerte por proclamar el evangelio. El fracaso fue el catalizador que dio lugar a una fe más grande y a un verdadero y humilde servicio.

Tuesday, September 12, 2017

Confianza en la oración | Dr. Charles Stanley | 9/12/17

1 Juan 5.14-15

A lo largo de toda la Biblia, somos desafiados a orar. En el Sermón del monte, Jesús dice a sus discípulos que sigan pidiendo, buscando y llamando con la confianza de que el Padre celestial dará cosas buenas a sus hijos (Mt 7.7-11). Y en Filipenses 4.6, Pablo nos exhorta a orar sin cesar. Por tanto, es obvio que Dios quiere que vengamos a Él con todas nuestras necesidades y preocupaciones.

El pasaje de hoy nos asegura que el Señor escucha y responde nuestras oraciones. Pero esta promesa es acompañada por una condición: debemos pedir de acuerdo con la voluntad de Él. Sin embargo, ¿cómo podemos saber si nuestra petición es lo que Él desea? Gran parte de la voluntad de Dios está indicada claramente en la Biblia.

Aunque nos gustaría estar seguros de que el Señor escuchará y responderá, a veces nuestras oraciones parecen disparos a ciegas, porque no tenemos idea de si armonizan con su voluntad. Si nos atrevemos a reconocerlo, también hay momentos en los que solo queremos que Dios haga lo que le pedimos, sin reparar en lo que Él desea.

Si queremos orar de manera eficaz, nuestra meta no debe ser ofrecer oraciones rápidas, irreflexivas o egoístas con la esperanza de recibir respuestas rápidas. Por el contrario, debemos aprender a orar con sabiduría y paciencia. Además de expresar nuestras preocupaciones y peticiones a Dios, debemos ofrecernos a nuestro Padre, como lo hizo Jesús en Getsemaní (Mt 26.39). Cuando nos rendimos al Señor y somos obedientes a Él, su Espíritu nos guía y nos da la sabiduría que necesitamos para orar de acuerdo con su voluntad.

Monday, September 11, 2017

Libertad de la esclavitud | Dr. Charles Stanley | 9/11/17

Colosenses 3.5-10

El pecado no puede dominar a los creyentes que se entregan a la misericordia del Señor; el Padre celestial es fiel para restaurar la comunión con sus amados hijos. Él lo hace derribando los muros creados por la desobediencia.

No obstante, nuestra tarea es confesar la atadura específica que nos tiene atrapados, ya que no reconocerla bloquea la sanidad y la libertad que Dios ofrece. Cualquiera que sea la naturaleza de nuestro pecado, la raíz del problema es espiritual; no se trata de una debilidad o un problema social. El tratamiento para hacernos libres de nuestro malestar emocional, mental o físico no será efectivo hasta que reconozcamos el aspecto espiritual.

Aunque el pecado es de naturaleza espiritual, las razones detrás de la conducta pecaminosa son, por lo general, emocionales. Las emociones encerradas en lo profundo del creyente —como la inseguridad, el sentimiento de incompetencia, o la baja autoestima— le llevan a buscar maneras de satisfacer o escapar de tales sentimientos. El resultado es, a menudo, una forma de conducta nociva. Por ejemplo, hubo un tiempo en que me sobrecargué de trabajo. Por el sentimiento de que no era competente, me estaba forzando a tener éxito en “la obra de Dios”. Esto resultó ser las responsabilidades que Él me había dado, más cualquier otra cosa que pensaba que necesitaba hacer para Él. Descubrí que la libertad de la esclavitud es una opción.

Como dice Pablo, los seguidores de Jesús deben dejar a un lado el pecado. Para mí, eso significó deshacerme de mis esfuerzos por tener éxito, y tomar un largo descanso. Por medio del Espíritu Santo, renunciamos voluntariamente a nuestras cadenas para ganar la libertad en Cristo.

Thursday, September 7, 2017

Evalúe su compromiso | Dr. Charles Stanley | 9/7/17

1 Corintios 6.19, 20

¿Ha evaluado usted alguna vez su nivel de compromiso con el Señor? Lamentablemente, muchos cristianos han cruzado la puerta de la salvación y se han instalado en sus bancas, sin esperar nada más. Pero Cristo quiere que tomemos la decisión de dejar que Él sea el Señor de nuestra vida. Esto requiere que renunciemos a todos nuestros derechos, y reconozcamos que Él es quien traza el curso. Nuestra responsabilidad es únicamente obedecer.

Pero nuestra tendencia natural es limitar las áreas a las que damos acceso a Dios. El día en que usted puso su fe en Cristo como su Salvador, ¿se quedó con el título de propiedad de su vida? ¿Ha dibujado un círculo que dice: “Esta es el área en la que te serviré, Señor, pero no me pidas que vaya más lejos”? Si es así, usted no ha reconocido que cuando Cristo le perdonó, también le compró para Él. Todo lo que usted es y tiene, le pertenece al Señor. El colmo de la soberbia es reclamar autoridad sobre lo que ya no le pertenece.

Cuando el Señor nos desafía a hacer algo más allá de los límites que nos hemos fijado, nos está llamando a un mayor nivel de compromiso. No importa qué tan dedicados podamos estar actualmente, ninguno de nosotros ha alcanzado el máximo nivel. Cada reto es una oportunidad para dar a Cristo total autoridad sobre cada aspecto de la vida.

Su nivel de compromiso con Dios es el mismo grado de obediencia a cualquier cosa que Él le pida que haga. Por haber sido comprados con la sangre de Cristo, somos de Él no solo porque nos ha comprado, sino además por su amor incondicional con el que nos ha amado.

Wednesday, September 6, 2017

Un llamado al compromiso | Dr. Charles Stanley | 9/6/17

Éxodo 3.1-15

¿Cómo responde usted cuando Dios le dice que haga algo que parece estar más allá de sus capacidades? ¿Está lleno de excusas, dándole razones por las que Él escogió a la persona equivocada? Fue así exactamente como respondió Moisés. Cuando el Señor le dio la gigantesca tarea de conducir a los israelitas a la libertad, estaba llamando a Moisés a un nivel de compromiso considerablemente alto. Si esperamos dar un paso de obediencia a los retos que nos hace nuestro Dios, debemos responder las mismas dos preguntas que hizo Moisés.

¿Quién es Dios? Esta respuesta es importante porque revela la autoridad de Aquel que nos está diciendo qué debemos hacer. Los dos nombres que el Señor utilizó —el Dios de Abraham, Isaac y Jacob (Ex 3.6) y “YO SOY EL QUE SOY” (Ex 3.14), lo identificaron como el eterno y soberano Creador con existencia propia, que cumple sus promesas. Esto significa que no hay ninguna autoridad superior y que Él tiene todo el derecho de exigir nuestra obediencia.

¿Quién soy yo? Cuando Moisés preguntó si él era el hombre adecuado para la tarea, el Señor le dio una promesa: “Ve, porque yo estaré contigo” (Ex 3.12). Fue capaz de cumplir con la tarea solo porque Dios quiso establecer una relación con él. La fuente de competencia del cristiano es su relación con Cristo, y la presencia de su Espíritu Santo que mora en nosotros.

Cuando Dios le dé una tarea, recuerde que si usted se niega a obedecer, perderá la bendición que Él ha dispuesto para su vida. Piense solo en lo que Moisés habría perdido si hubiera dicho no. Hay demasiado en juego. ¡Confíe en Dios y siga adelante!

Tuesday, September 5, 2017

La vida en la gracia de Dios | Dr. Charles Stanley | 9/5/17

Filipenses 1.1-11

Puesto que todas las cartas de Pablo comienzan con una expresión de la gracia de Dios para con nosotros, podemos llegar a pensar que es simplemente una palabra de saludo habitual. Pero, en realidad, la gracia de Dios es nuestro fundamento, nuestra cobertura y la esfera en la que vivimos como creyentes en Cristo.

La gracia es definida comúnmente como el favor inmerecido de Dios. Según Efesios 2.8, es el medio por el cual somos salvos por fe. Romanos 5.2 dice que, por nuestra fe, “tenemos entrada … a esta gracia en la que estamos firmes”. En otras palabras, somos receptores continuos de una gracia abundante a lo largo de la vida y de la eternidad.

Así como nuestra salvación nunca termina, tampoco la gracia de Dios cesa de hacer su trabajo en nuestra vida. Por eso Pablo pudo decir con confianza: “El que comenzó en vosotros una buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil 1.6). Nunca debemos temer a perder la salvación, porque Dios es el que nos guarda y promete perfeccionarnos cuando Cristo regrese. Además, Pablo dice que hemos sido “llenos del fruto de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” (Fil 1.11).

A veces, es difícil ver justicia en nosotros mismos, porque sabemos cuán débiles e imperfectos somos. Pero si hemos sido salvos, entonces Cristo vive en nosotros y nosotros en Él (Jn 15.4). Él es nuestra justicia, y Él está produciendo activamente su fruto en nuestra vida mientras permanecemos en Él. Este proceso, conocido como santificación, es la gracia de Dios trabajando para alinear nuestra conducta con la justicia de Cristo. Por tanto, permanezcamos firmes en su gracia y confiemos en que Él nos perfeccionará.

Friday, September 1, 2017

ESCUCHAR A DIOS | Dr. Charles Stanley | 9/1/17

Proverbios 2.1-5

Aprender a escuchar a Dios es clave para obedecer su voluntad. El Señor habla a sus hijos por medio de cuatro recursos.

La Biblia. Nuestro manual de acciones y pensamientos de Dios. Es la fuente primordial del creyente para conocerlo y confiar en Él. Esto significa que no basta con que la leamos un poquito cada día. Nuestra meta debe ser absorber su mensaje y escuchar lo que Dios nos dice en cuanto a cómo y dónde aplicar su Palabra.

La oración. Como todo buen amigo, el Señor desea dar y recibir. Por tanto, la oración no está completa si el único que habla es uno. Debemos silenciar nuestros labios y pensamientos para que puedan abrirse nuestros oídos espirituales.

Las circunstancias. El Señor indicaba a menudo sus caminos a los santos de la Biblia por medio de las circunstancias que enfrentaban. Él sigue haciendo lo mismo hoy. Las situaciones son diferentes, pero Dios es el mismo. Él usa cada día para desenmascarar maneras incorrectas de pensar, abrir o cerrar puertas de oportunidades y demostrar que sus promesas son verdaderas.

Otras personas. Pastores, amigos y consejeros pueden traer la verdad a la vida de alguien. El Señor posiciona a los creyentes en comunidad para que puedan ser apoyados por quienes están a su alrededor. Él no duda en enviar un mensaje por medio de alguien que conozcamos.

Pero Dios no usa solo uno o dos de estos métodos para llegar al creyente. Él habla a través de todos ellos. Tenemos que afinar nuestros oídos espirituales, recordando siempre que un mensaje del Señor debe estar de acuerdo con su santa Palabra. Dios le está hablando a usted.