Salmo 1.1-3
El valor que demos a algo determinará el trato que le dispensaremos. Por ejemplo, es posible que usted no se interese mucho por una vieja caja de zapatos. Pero si alguien pone diez mil dólares en ella antes de dársela, probablemente usted se asegurará de que esté bien protegida contra cualquier daño o robo.
Asimismo, al darnos cuenta del valor de la Biblia, ya no la leeremos por obligación; sentiremos anhelo por su revelación y por su poder transformador.
Veamos ahora, de qué manera nos instruye Dios para leer su “manual de instrucción para la vida”. Primero, acuda a la Biblia cada día con fervor por saber lo que el Señor le dirá. Segundo, medite en la Palabra, pensando en lo que ha leído, para asimilar su significado y sus implicaciones. Tercero, estudie la verdad de Dios. Hay varias maneras de hacerlo, por ejemplo, sígale la pista a una palabra específica en todo el Antiguo y Nuevo Testamentos utilizando una concordancia. O estudie todo un libro analizando minuciosamente un capítulo a la vez. Cuarto, crea lo que el Señor le dice. Quinto, obedezca. En otras palabras, aplique lo leído a su situación particular. Esto requiere normalmente valentía y disciplina. Sexto, comparta lo que ha aprendido. Esto alentará a otros, y al mismo tiempo le fortalecerá a usted y penetrará más profundamente en su corazón.
Para algunos, la Biblia puede parecer un libro más. Pero es su verdad vivificante la que puede proteger, guiar, mover y alentar. En ninguna otra parte encontramos cómo ser salvos para poder morar finalmente con el Señor en el cielo. Si entendemos el valor de la Biblia, nuestra interacción con la Palabra de Dios mostrará lo mucho que ella vale.
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