Friday, July 24, 2015

EN ESPERA DE LA RESPUESTA DE DIOS | Dr. Charles Stanley

La oración es el vínculo de comunicación entre nosotros y nuestro Padre celestial.

Leer | Salmo 17.1-6

24 de julio de 2015

Ayer vimos varias razones por las que una oración puede parecer que no tuvo respuesta. Consideremos una más: el pecado no confesado. El Señor ha prometido perdonar toda transgresión una vez que reconozcamos que lo que hicimos estuvo mal, y nos arrepintamos de ello (1 Jn 1.9). Si nuestra confesión es fingida, o nos negamos a cambiar nuestra conducta pecaminosa, las peticiones no serán concedidas.

Pero ¿qué de las veces cuando nuestro corazón es recto, y lo que pedimos está de acuerdo con la voluntad de Dios, pero Él permanece callado? En algunos casos, el Señor espera, porque nuestro anhelo de Él corre el peligro de ser reemplazado por nuestro deseo de tener otra cosa. Ciertas peticiones —como tener un cónyuge, un bebé, o la sanidad de un ser querido— generan emociones fuertes en nosotros; pero si no tenemos cuidado, estos deseos pueden desviar nuestra atención de Dios. Él no compartirá el primer lugar en nuestra vida con nadie o con nada. Por eso, a veces espera pacientemente que volvamos a enfocarnos en Él, antes de tener su respuesta.

Otras veces, el Señor utiliza las demoras para prepararnos para un servicio en el futuro, o para darnos una bendición mayor. Podría estar protegiéndonos de consecuencias que no vemos, o fortaleciendo nuestra confianza en Él.

La oración es el vínculo de comunicación entre nosotros y nuestro Padre celestial. No permitamos que nada bloquee su mensaje para nosotros; en vez de eso, confesemos a Cristo cualquier pecado, y apartémonos del mismo. Entonces podremos escuchar la voz de Dios, y cumplir obedientemente cualquier cosa que nos pida.

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