El Espíritu Santo es uno de los regalos más preciosos de Dios para sus hijos. Él viene a morar en la vida del creyente en el momento de la salvación, y le da el poder para vencer el pecado y vivir para la gloria y los propósitos de Dios. Pero el poder del Espíritu puede ser “desactivado” o ignorado. Solamente quienes deciden andar con Él tienen libre acceso a su poder y dirección.
Andar en el Espíritu revela confianza en Dios. Él señala el camino, y nosotros lo seguimos. Cuando Él habla, escuchamos, atendemos sus advertencias y obedecemos sus instrucciones. El camino del Espíritu es una senda de entrega que, aunque difícil, lleva a la plenitud de la vida.
El Espíritu de Dios no solo guía; da poder también, porque el reto de obedecer a Dios no es posible mediante nuestras fuerzas. El Espíritu Santo suple todo lo que necesitamos para vivir en santidad, y produce su fruto maravilloso en nosotros.
Ser guiados por el Espíritu debe ser el estilo de vida natural de los hijos de Dios. Cuando usted busca intencionalmente su presencia durante todo el día, Él está solo a un pensamiento de distancia. Si su mente se vuelve a Él, el Espíritu le hará más sensible a las cosas de Dios, y le dará un mejor entendimiento de las situaciones y de las personas que le rodean.
Dé una caminata con el Espíritu hoy, y aprenda a identificar su voz. En el momento que no tenga la mente ocupada con los afanes del día, concentre sus pensamientos en Él, pida su dirección y manténgase a la expectativa. Y cuando Dios se la dé, confíe en el poder del Espíritu Santo, para obedecerle.
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