Nuestro Padre celestial ha prometido suplir todo lo que necesitamos. Consideremos algunas de las bendiciones que son nuestras en Cristo Jesús.
Una necesidad humana universal es el amor. A través de la fe en Jesús, hemos sido adoptados como hijos del Padre celestial. Pero antes de que esto pudiese llevarse a cabo, la justicia de Dios tenía que ser satisfecha. Todos hemos nacido con una naturaleza pecaminosa que nos separa del Señor. El Padre celestial, debido a su gran amor por nosotros, envió a Jesús a tomar nuestro lugar y a experimentar el juicio por nuestro pecado. Gracias a su profunda compasión por nosotros, Jesús sufrió y murió para que podamos llegar a formar parte de la familia de Dios y experimentemos su amor por nosotros (Jn 3.16). A través de nuestra relación con Él, esta necesidad de amor se satisface plenamente.
De hecho, por medio de la salvación, nuestro Padre también satisfizo otras dos necesidades básicas: compañía y seguridad. Cuando aceptamos el perdón de Dios, el Espíritu Santo viene a vivir dentro de nosotros, el cumplimiento de la promesa de Jesús nunca nos deja (He 13.5). Esta nueva relación es permanente. Lo que Jesús realizó en la cruz fue plenamente aceptado por Dios como pago por nuestra deuda de pecado. Por otra parte, el mismo Cristo prometió que nadie nos puede arrebatar de su mano (Jn 10.28). Por lo tanto, podemos descansar en el conocimiento de que somos hijos de Dios para siempre. Esa es la verdadera seguridad.
Nuestra profunda necesidad de amor, seguridad y compañía está satisfecha en una relación con el Señor.
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