Cuando usted enfrenta algún tipo de problema, ¿se detiene a orar o se pone en acción? Dios actúa poderosamente por medio de la oración, pero con frecuencia la vemos como el último recurso: cuando estamos al final de la cuerda es cuando empezamos a orar.
Valiéndose del ejemplo de Elías, Santiago nos recuerda lo que puede lograr la oración eficaz de una persona justa. En el pasaje de hoy, el tema es la sanidad, pero esa no es la única oración que Dios desea responder. Cada aspecto de la vida puede ser tocado por el poder de la oración.
Tentaciones. Jesús dijo a sus discípulos: “Velad y orad, para que no entréis en tentación” (Mr 14.38).
Alabanza. Después de ser golpeados y echados en la cárcel, Pablo y Silas oraron y alabaron a Dios, aun en medio de su dolor (Hch 16.25).
Guerra espiritual. Pablo nos enseña a conectarnos con el poder de Dios “orando sin cesar” (1 Ts 5.17).
Ansiedad. No estamos a merced del temor si oramos por todo (Fil 4.6).
Transformación. Cuando oramos conforme a los deseos de Dios, Él transforma nuestra mente, actitud, carácter y forma de actuar (Col 1.9-12).
Testimonio. Por medio de la oración, pedimos al Señor que nos abra puertas para esparcir su Palabra (2 Ts 3.1).
Protección. Dios es fiel para conceder nuestras peticiones de fortaleza y protección (2 Ts 3.2, 3).
La próxima vez que enfrente una situación difícil, recuerde que la oración es más poderosa que todos nuestros esfuerzos. Ore y verá a Dios actuar.
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