Para llegar a ser siervos poderosos de Dios, debemos escoger entre vivir conforme a las prioridades de Él o a las del mundo, pues ellas son incompatibles.
Antes de ser salvas, las personas viven normalmente de acuerdo con los deseos de la carne, placeres, diversiones y cosas materiales. Para promover la autogratificación el mundo enseña que cada quien es dueño de su propio universo y que podemos decidir qué es correcto o no.
Pero nuestro Salvador nos dice precisamente lo contrario; nos ordena poner primero a Dios. El Señor nos manda a amarle con todo nuestro corazón y toda nuestra alma, a negarnos a nosotros mismos, y a seguirle (Mt 16.24). En vez de motivarnos a adquirir dinero y posesiones, Él nos dice que dar proporciona muchas más bendiciones que recibir (Hch 20.35).
¿Cómo podemos saber que nos estamos volviendo espiritualmente más fuertes? Primero, porque nos atraerán menos las prácticas impías del mundo, y anhelaremos ser más como Jesús. Segundo, porque comenzaremos a cambiar los hábitos pecaminosos por actividades que agradan al señor. Tercero, porque comenzaremos a comprender mejor las verdades bíblicas y a aplicarlas en nuestra vida. Por último, porque nuestro discernimiento espiritual será mejor. Con la ayuda del Espíritu nos resultará más fácil identificar las ideas y las conductas pecaminosas.
¿Quiere usted llegar a ser poderoso en espíritu? Si es así, dedique tiempo a la lectura de la Biblia y descubra lo que es importante para Dios. Pídale al Señor que le transforme en la persona que Él quiere que usted sea.
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