El poder del amor incondicional
Leer | Colosenses 3:21
Al expresar amor incondicional, los padres tienen la posibilidad de criar hijos que lleguen a ser adultos seguros. Cuando aceptamos la naturaleza única de cada niño, ponemos las bases para que tengan una buena autoestima. A menudo, los padres confundimos las acciones con la identidad personal. El niño puede escuchar la crítica e interpretar: “soy malo”, en vez de “mi comportamiento estuvo mal”. Los niños necesitan orientación y disciplina de los padres, pero éstas deben trasmitir amor.
La alternativa —la corrección destinada a hacer del niño la persona que los padres quieren (en vez de lo que Dios desea)— genera un espíritu rebelde. Las modas pasajeras, la vestimenta estrafalaria, o el tipo de peinado, no son cosas por las que vale la pena pelear, mientras que las cuestiones relacionadas con la honestidad, la integridad y la obediencia, requieren la guía de un padre.
El resultado del amor incondicional, y sus subproductos —la autoestima y la obediencia— es la capacidad de crear buenas relaciones. Los niños que crezcan sintiéndose amados, estarán preparados para aceptar a los demás con la misma actitud que sus padres les enseñaron, mientras que un niño herido tendrá problemas para expresar amor incondicional a su cónyuge y para recibirlo.
Transmitir aceptación a un niño no cuesta dinero, pero toma tiempo. Los padres aman a sus hijos por medio de acciones y actitudes —es decir, interesándose en sus actividades, escuchándoles con atención, y dispensándoles estímulos y elogios. ¿Saben sus hijos que usted les ama?
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