En el Mar de Galilea, el mejor momento del día para pescar había pasado horas antes, por lo que los pescadores estaban limpiando sus redes en la orilla. Pero, a petición de un predicador ambulante, uno de ellos echó sus redes al agua. La recompensa por la confianza de Pedro fue algo que rompió récord —y además su red.
Como creyentes, también queremos vencer nuestras dudas para obedecer con valentía a Dios. Pero, a veces, confiamos en nuestras habilidades para decidir si vamos a confiar o no en Él. Quizás lo que el Señor nos esté pidiendo no parezca razonable. Por ejemplo, el principio del diezmo va en contra de la prudencia humana, pero cuando damos a Dios una décima parte de nuestros ingresos, Él hace que el 90% restante rinda más de lo que podría lograr el 100%.
En otras situaciones, vacilamos en confiar en el Señor porque nuestro conocimiento o experiencia contradicen su plan. Toda la experiencia de Pedro indicaba que la pesca después de cierta hora sería inútil. A veces, Dios desafía a los creyentes a actuar, aun cuando no entiendan cómo podrán tener éxito.
Escuchar las opiniones de los demás es otro obstáculo para tener fe. Hay un tiempo para buscar el consejo de otros, pero cuando el Señor hace clara su voluntad debemos actuar. No debemos levantar el teléfono para preguntar a los amigos lo que piensan. Ninguna opinión importa más que la del Señor, quien no comete errores al presentar su plan.
La próxima vez que tenga dudas, piense en la razón. Entonces, podrá orar específicamente para superar el obstáculo a su fe, y seguir adelante, sabiendo que Dios bendice los pasos que demos para obedecerle.
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