Someterse al tiempo de Dios requiere fe y valentía.
Leer | Romanos 11.33-36
11 de abril de 2015
A la mayoría de nosotros nos gusta tener el control de nuestros planes, y nos sentimos frustrados cuando las cosas no salen de acuerdo con ellos. Pero, si verdaderamente deseamos estar en el centro de la voluntad perfecta de Dios, tenemos que estar dispuestos a cooperar con su agenda.
Piense en la manera como usted ora. Sin darse cuenta, es posible que le esté exigiendo a Dios que se adhiera al plan que usted ya ha dispuesto de acuerdo con su limitada sabiduría. Pero si creemos que Él es quien dice ser, ¿cómo no puede ser para nuestro provecho someternos a su dirección? Considere los atributos inigualables y admirables del Señor:
• Su conocimiento total. El Señor sabe todo, y conoce los detalles de la vida de cada persona —pasados, presentes y futuros.
• Su sabiduría absoluta. Dios entiende cada motivación del ser humano, mientras que ninguno de nosotros es capaz de discernir con exactitud las intenciones de las personas. El Señor posee la sabiduría para actuar basado en la verdad.
• Su amor incondicional. Nuestro Creador está motivado siempre por el amor, y en todo momento tiene en mente lo mejor para nosotros. A menos que confiemos en su amor, nuestra perspectiva de la realidad será distorsionada.
• Su suficiencia perfecta. En el momento preciso, Dios nos dará todo lo que necesitemos para realizar su plan.
Someterse al tiempo de Dios requiere fe y valentía. Crea en la bondad y en los planes del Señor, y espere hasta que le dé la señal para seguir adelante.
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