Algunas personas tienen una idea equivocada acerca de la vida cristiana. Después de aceptar a Jesucristo, esperan que todo sea color de rosa. Pero Él dejó en claro que los problemas son inevitables para los hijos de Dios. Su propia vida no fue una excepción: soportó falsas acusaciones, el rechazo de su propio pueblo y la traición de un amigo cercano —para nombrar apenas unos pocos.
Como sus seguidores, podemos esperar dificultades. La causa de la tribulación será diferente con cada circunstancia. Algunas surgen por la naturaleza caída del mundo, mientras que otras son el resultado de la guerra satánica. Y nosotros podemos ser los causantes de nuestro sufrimiento por la ignorancia, el pecado y las malas decisiones. También hay otra posibilidad: a veces Dios pone pruebas. Aunque esta última opción es difícil de aceptar durante un momento doloroso, el Señor nunca envía el sufrimiento, a menos que tenga un propósito hermoso. Y Él da las fuerzas para soportar.
Recuerde que Dios permite los problemas para nuestro beneficio. Quizás sean para purificarnos y hacernos crecer para un servicio mayor. Tal vez tiene en mente poner a prueba nuestra confianza en Cristo y la devoción a Él, lo que robustece nuestra confianza. O podría estar revelando su poder sustentador. En este mundo nunca sabremos la razón de cada problema, pero podemos confiar en la capacidad de Dios para rescatarnos y madurarnos.
¿Qué pruebas está enfrentando? Jesús entiende su dolor y anhela ser Aquel a quien usted se aferre. Puede elegir buscar ayuda en otra parte o utilizar su aflicción como una fuente de crecimiento. No importa lo dolorosa que parezca la prueba, no desaproveche la oportunidad que le ofrece.
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