“Haga lo que le dicte su conciencia”. Esta pizca de sabiduría popular parece lógica, ya que nuestra conciencia está hecha para ayudarnos a discernir el bien del mal. Pero, no se puede confiar siempre en este radar interno como guía; ese es el caso de los que no tienen al Espíritu Santo para que les revele la verdad y les guíe a tomar decisiones atinadas. Y aunque los cristianos tenemos al Espíritu de Dios morando en nosotros, debemos tener cuidado de no vivir en pecado, ya que esto puede interferir en el funcionamiento de nuestro sensor moral.
Una conciencia fiable es aquella programada con la enseñanza bíblica. Los creyentes crean un sistema de radar espiritual firme y sensible al aplicar la verdad de Dios a su vida. Toman la decisión de pensar y actuar de maneras que honren y agraden al Señor. Entonces, cuando aparezcan pensamientos u opciones pecaminosas en ese radar, este enviará una advertencia clara.
La persona con una conciencia fiable tiene el deseo sincero de obedecer a Dios. No se conforma con lo que parezca estar o verse bien, sino que busca la voluntad del Señor. O sea, no se basa solo en su conciencia, sino que incorpora a su vida diaria todos los recursos del Espíritu Santo —entre ellos la Biblia y la oración.
La conciencia no fue diseñada para ser nuestra guía; es una herramienta del Guía. El Espíritu Santo no solo nos convence de pecado, sino que también trae a la mente los principios divinos, y nos lleva por el camino recto. Él usa diversas herramientas para conformarnos a la semejanza de Cristo (Ro 8.29).
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