Friday, October 6, 2017

CUANDO DIOS CALLA | Dr. Charles Stanley | 10/6/17

Juan 11.1-27

¿Alguna vez ha sentido como si Dios le hubiera aplicado la ley del hielo? Quizás oró y le pidió que diera dirección a su vida, pero usted no escuchó nada. Tal vez ahora esté pasando por alguna enfermedad física o un problema familiar, y nada esté sucediendo, a pesar de que ha rogado a Dios.

¿Cómo reacciona usted cuando el Señor no parece estar respondiendo sus oraciones? ¿Aprovecha la oportunidad para aprender algo de la experiencia, o simplemente concluye que Él le está ignorando? Las respuestas típicas son la desilusión (Dios me falló), el desánimo (debo dejar de orar), la incertidumbre (¿dónde está Dios?), los sentimientos de culpa (hice algo malo), la ira (¡Dios no es fiel!) y el miedo (Dios me ha abandonado).

El pasaje de hoy nos da un buen ejemplo de una vez en la que al Señor Jesús pareció no preocuparle la vida de alguien a quien Él amaba. Al escuchar que su amigo Lázaro estaba enfermo y a punto de morir, ¡Jesús no hizo nada durante dos días! Sus discípulos y las hermanas del moribundo —María y Marta— sin duda se preguntaban por qué a Jesús parecía no importarle. Sin embargo, siguieron confiando en Él, y, finalmente su fe les fue fortalecida.

Cuando no podemos escuchar a Dios, no significa que Él esté dormido o ajeno a nuestras circunstancias. Tampoco significa que vaya a negar nuestra petición. Él quiere que tengamos una relación personal y cercana con Él, independientemente de cómo responda a nuestras oraciones; debemos amarle simplemente porque Él es Dios. Piense en la razón por la que usted ama al Señor, y pídale que le ayude a sentir amor incondicional por Él.

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