Gálatas 5.1
Hay personas en muchos países que creen que son libres, porque sus gobiernos les permiten adorar a Dios, hablar y viajar cuando deseen. Pero, a pesar de las libertades que una constitución pueda garantizarles, es innumerable el número de personas que siguen viviendo en esclavitud. Esto es así, porque la verdadera libertad no es algo que puede ser legislado, sino la capacidad de vivir una vida recta en la misericordia, la gracia, la bondad y el poder de Dios.
La libertad verdadera significa que:
Por medio de Jesucristo somos redimidos de la esclavitud del pecado. Dios nos ha adoptado en su familia, y podemos caminar con Él en la verdad.
Nuestra esperanza es segura. Podemos vivir con gozo y confianza, ya que confiamos en que el Señor cuidará de nosotros hoy y siempre.
Dios nos ha permitido llegar a ser todo lo que Él se propuso. Él ha abierto la puerta para que seamos libres de resentimientos, de baja autoestima y de otros impedimentos que una vez nos dominaron. Además, su Espíritu Santo nos guía y nos capacita para que podamos hacer todo lo que Él desee.
Por su gracia, Cristo nos ha hecho libres para que nos relacionemos unos con otros como Él lo desea. Podemos amar y perdonar en el poder de Dios, porque hemos experimentado lo mismo de Él.
¿Hay algo que está obstaculizando la obra de Dios en su vida, o interfiriendo con su paz y su alegría? Recuerde que somos libres de la esclavitud del pecado, pero hemos elegido ser esclavos del Señor Jesús. Solo cuando rendimos y sacrificamos todo a Él, podemos vivir realmente en libertad.
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