Proverbios 2
Aunque la tentación de claudicar en nuestra postura amenaza a todo creyente, no tenemos que ceder ante ella. Si somos conscientes del peligro, y entendemos las consecuencias finales, podemos tomar la decisión de estar vigilantes en obediencia al Señor. El primer paso para combatir esta situación es entender por qué es tan tentadora. Es fácil ceder ante la presión de los demás para que tomemos parte en lo que sabemos que Dios ha prohibido, pues es natural querer evitar el rechazo. Pero cualquiera que esté decidido a agradar a Dios, debe estar dispuesto a soportar persecución (2 Ti 3.12). Otras veces aceptamos actividades que violan nuestra conciencia, solo para evitar el conflicto, pero lograr la paz no debe ser a costa de sacrificar la obediencia a Dios.
Sin embargo, esta tentación no siempre viene de los demás. De hecho, Santiago 1.14 dice que somos atraídos cuando nos dejamos llevar por nuestra propia concupiscencia. ¿Cuántos cristianos han caído en inmoralidad sexual o pornografía al ceder ante una segunda mirada? La codicia también nos lleva a cambiar nuestra postura. Ya sea que mienta en su declaración de impuestos, o se apodere de objetos de su lugar de trabajo, se sale de los límites de la obediencia a Dios. Base sus decisiones en la verdad bíblica, no en sentimientos ni deseos.
Para permanecer firmes y no ceder ante otras posturas, debe hacer de la Biblia su manual de conducta. Si usted comienza cada día meditando en su Palabra, Dios guiará sus pasos. Cuando el Espíritu Santo le dé una advertencia, obedezca de inmediato, pues ceder ante la tentación le abre una puerta a Satanás.
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