La fidelidad exige un alto precio que muy pocos están dispuestos a pagar.
Leer | Rut 1
16 de septiembre de 2015
La vida cristiana no está libre de obligaciones. Los muchos “unos a otros” de la Biblia son las instrucciones de Dios sobre cómo tratar a las personas en nuestros círculos, y cómo dar de nosotros para enriquecer esas relaciones. Sin embargo, muchas personas prefieren no invertir en verdaderos amigos, optando más bien por tener conocidos ocasionales que exigen poco. La devota fidelidad de Rut —la mujer gentil de Moab— contrasta agudamente con tal superficialidad.
Los amigos ocasionales pueden conversar sobre política, cine y deportes, pero evitan hablar de asuntos profundos. De esa manera no tendrán que compartir las cargas o la angustia de los demás. Pero tampoco conocerán el gozo de expresar lealtad a una persona necesitada. El corazón humano fue creado para anhelar comunión íntima —la clase de conexión que puede compartir sentimientos sin temor a juicio. Por la fidelidad basada en la confianza y el amor mutuos, los buenos amigos pueden señalar las deficiencias y desafiarse unos a otros a tener una fe más grande.
Rut es un ejemplo de esta clase de dedicación abnegada. Cuando su suegra Noemí pasó por un amargo período de desesperanza y duelo, la joven viuda decidió seguir a la mujer mayor. Aunque esto significaba sacrificar las comodidades en su tierra natal y cualquier perspectiva de matrimonio con un compatriota, Rut demostró fidelidad absoluta.
La fidelidad exige un alto precio que muy pocos están dispuestos a pagar. Algunos mantienen a sus conocidos a cierta distancia para evitar obligaciones. Pero los creyentes hemos sido salvos para permanecer unidos en amor (Jn 13.34; 1 Ts 5.11), incluso cuando implique un costo.
Biblia en un año: Daniel 10-12
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