Wednesday, September 2, 2015

LA CONFIANZA CUANDO LA FE VACILA | Dr. Charles Stanley

Dios nos invita a acercarnos para fortalecer nuestra confianza en Él.

Leer | Marcos 9.21-24

2 de septiembre de 2015

Puesto que la fe es la esencia de la experiencia cristiana, las consecuencias de una fe vacilante son de largo alcance. Una fe vacilante puede llevarnos a tomar malas decisiones. A veces, después de orar pidiendo dirección, podemos recibir una respuesta que nos lleva a pensar: No puedo hacer lo que me pide. Por tanto, en vez de rogarle a Dios que fortalezca nuestra fe, ponemos excusas. Podemos elegir posponer nuestra obediencia, incluso indefinidamente, para hacer otra cosa que consideremos igualmente valedera. Pero la obediencia parcial sigue siendo desobediencia, y esto lleva a situaciones que pueden ser muy graves.

Cuando nuestra fe tambalea, no solo tomamos malas decisiones, sino también muy costosas. Los israelitas vagaron cuarenta años en el desierto porque la nación permitió que la incredulidad se impusiera a su fe. La fe vacilante puede hacernos perder las bendiciones de Dios, y perjudicar a las personas que amamos.

Además, nuestra confianza se ve afectada por una fe cambiante. Si somos inestables espiritualmente, podemos ser turbados por cosas pequeñas e insignificantes. En vez de mantenernos firmes, nuestra confianza se vuelve débil. En vez de actuar con certidumbre, cuestionamos a Dios y dudamos de lo que estamos escuchando de parte de Él. También podemos encontrar que nuestro gozo disminuye, porque nuestra fe vacilante nos ha alejado de la voluntad de Dios. La paz interior de Dios, que una vez disfrutamos, se evapora cuando nuestra fe se debilita.

No importa qué tan inestable sea nuestra fe, Dios nos invita a acercarnos para fortalecer nuestra confianza en Él.

 

Biblia en un año: Ezequiel 20-22

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