El Padre es lento para la ira, pero se acabará en algún punto si la persona sigue pecando contra Él.
Leer | 1 Timoteo 1.12-16
20 de septiembre de 2015
Si Dios no tuviera paciencia, todos experimentaríamos su ira inmediata por el pecado. ¡Imagine lo que sería vivir con el temor constante de hacer algo malo! Felizmente, la paciencia de Dios es inmensa.
Una de las razones por las que el Señor tiene misericordia para con nosotros es nuestra naturaleza caída. Así como un niño tiene que aprender a obedecer, los hijos de Dios tenemos que aprender a andar en sus caminos. Él se complace viéndonos hacer lo que es correcto; por tanto, nos da el tiempo y la posibilidad de cometer errores.
El apóstol Pablo agradecía la paciencia del Señor. Su vida era una demostración de que, gracias a que el Padre es lento para la ira, los incrédulos tienen una oportunidad mucho mayor para ser salvos (1 Ti 1.16).
En Romanos 2.4, el apóstol afirma que la bondad y la misericordia del Padre celestial guían al arrepentimiento. Pero en el versículo que sigue, advierte que quienes tienen un corazón rebelde experimentarán el juicio de Dios y sus consecuencias. Es decir, la advertencia es que la paciencia de Dios se acabará en algún punto si la persona sigue pecando contra Él.
En el Antiguo Testamento, la nación de Israel experimentó una y otra vez esta dolorosa verdad. El pueblo se apartaba del Señor y hacía lo malo ante sus ojos adorando ídolos. Dios toleraba con paciencia su desobediencia para que pudieran volverse a Él, pero cuando no lo hacían apartaba su protección hasta que clamaban y se volvían a Él.
¿Existe algún pecado que no ha confesado? Agradezca que Dios ha sido lento para la ira, pero sea sabio, no ponga a prueba la paciencia de Dios.
Biblia en un año: Joel 1-3
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