Me encontraba autografiando libros un día, cuando se me acercó un joven, me entregó un ejemplar y me contó una historia mientras lo firmaba: “Me había puesto una pistola en el pecho e iba a suicidarme”, comenzó diciendo. “Pero, por alguna razón, encendí el televisor y usted estaba hablando acerca del suicidio. Después de escucharlo durante un rato, supe que el Señor me estaba hablando, bajé el arma y le entregué mi vida a Jesucristo”.
No podría contar todas las historias parecidas que he escuchado —alguien, en su desesperación, prende la radio o el televisor, y escucha una predicación que le habla directamente a su necesidad. Yo no creo ni por un segundo que lo hice yo. Dios, que es todopoderoso, interviene en la vida de las personas para que sintonicen un programa que pueda ayudarles. Además, solo un Dios que controla todas las cosas es capaz de transformar a un joven desesperado en un servidor entusiasta y diligente— exactamente la clase de hombre que estaba parado frente a mí junto a la mesa de libros.
El mundo habla de accidentes y de buena y mala suerte, pero todo eso implica que somos víctimas de las circunstancias. La verdad es que Dios es soberano y que todo el mundo está bajo su control. Todo lo que nos sucede en la vida, ya sean bendiciones o pruebas, nos llega porque Dios lo ha permitido. Y en algunos casos, inclusive, permite el mal, y nos preguntamos por qué no le pone fin, pues sabemos que podría hacerlo. Pero Dios tiene un propósito, y la historia ha demostrado que Él saca el bien aun de las tragedias humanas más espantosas.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.